¿Por qué es la foto del día?
El metro de Barcelona sufre una oleada de pintadas por parte de nuevos grupos de grafiteros, con técnicas más peligrosas que las de generaciones anteriores. Porque grafitis en el metro de Barcelona ha habido siempre (es la ciudad española que más gasta en limpiar convoyes), pero en los últimos meses no solo se han proliferado, sino que vienen acompañados de actos violentos.
Pedradas a las cabinas de los conductores, amenazas con pistolas Taser... Todo vale para parar el tren y realizar las pintadas. Por eso, los profesionales piden una mayor protección. Al fin y al cabo, no solo su seguridad está en juego. También la de las decenas de pasajeros que se suben a los vagones en cada estación.
La falta de una normativa que sancione estas acciones en los túneles provoca que la gran mayoría se marche de rositas tras lograr su cometido. No hay miedo a represalias porque no hay represalias, y aquellos que realizan los grafitis suben las fotos a las redes sociales sin ningún temor.
No obstante, donde son más comunes las pintadas es en Can Boixeres, zona en la que se agrupan las máquinas averiadas. Muy pocas de las que salen de allí arregladas no cuentan con un grafiti nuevo. En total, según estimaciones de TMB (Transports Metropolitans de Barcelona), más de 1.300 vagones sufrieron algún percance de este tipo en 2017, lo que supuso un coste en limpieza de 10 millones de euros.