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El Papa Francisco ha oficiado una misa durante la Jornada Mundial de los Inmigrantes y Refugiados en un encuentro multilingüe. El encuentro del líder de la Iglesia Católica ha congregado a personalidades de diversos países, lenguas y culturas completamente diferentes.
Durante su discurso, el prelado ha incidido en la llegada de refugiados que intentan salvar su vida de las guerras o hambre que sacuden a los países más desfavorecidos: "No es fácil ponernos en el lugar de personas tan diferentes a nosotros, y así, a menudo renunciamos al encuentro y levantamos barreras para defendernos" temiendo que nos "roben algo construido con mucho esfuerzo".
El Papa ha continuado con sus declaraciones: "Estos miedos son legítimos, están basados en dudas que son totalmente comprensibles desde un punto de vista humano", unas palabras que llegan en mitad del ascenso de las formaciones de extrema derecha alrededor de toda Europa.
A pesar de todo ello, Francisco ha criticado a las personas que fomentan este tipo de sentimientos: "El pecado es alimentar el odio y el rechazo", ha asegurado. A renglón seguido, ha afirmado que los inmigrantes deben "conocer y respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los han acogido", incluyendo el esfuerzo para "comprender también sus miedos y preocupaciones de cara al futuro".
Francisco ha aprovechado su discurso para destacar que "para las comunidades locales, acoger, conocer y reconocer significa abrirse a la riqueza de la diversidad sin ideas preconcebidas, comprender los potenciales y las esperanzas de los recién llegados, así como su vulnerabilidad y sus temores".