¡Jroña que jroña! Quién sabe si la mítica abuela del yogur griego trataba de advertirnos cual profeta de los peligros que entrañaba la receta de su cremoso yogur. O quizás fue ella la que lanzó una poderosa maldición al mundo después de que robásemos y expatriásemos el manjar de los dioses del Olimpo.
Los científicos tratan ahora de luchar contra el peligro que entraña el yogur griego para nuestro planeta Tierra. Según informa The Guardian, por cada litro de leche se producen tan solo 290 mililitros de yogur griego y el resto es suero ácido, una sustancia acuosa devastadora cuando entra en contacto con ríos y corrientes de agua. Al descomponerse, el ácido elimina el oxígeno del agua, resultando peligrosa para las especies de plantas y animales que habitan en estos entornos.
¡Cuidado, seres del planeta, que viene el malvado yogur griego!
Ahora en serio.
Los efectos de este ácido no son algo que se acabe de descubrir, pues ya en 2008 una fábrica de queso fue sancionada por provocar la muerte de 5.441 animales tras verter el suero en un lago. Un grupo de científicos busca ahora una solución a este problema medioambiental.
Las soluciones a la amenaza del yogur griego
Hasta el momento, los productores de yogur griego (aka nuevos villanos de la galaxia) trataban de deshacerse del ácido pagando a granjeros, que lo reciclaban mezclándolo con pienso o fertilizante. Sin embargo, esto también era perjudicial para el ganado, por un lado, y los abonos acababan contaminando el agua, por otro.
Por ello, Dean Sommer, del Center for Dairy Research (CDR) de Wisconsin lleva años tratando de encontrar otra posible aplicación. Por el momento, Sommer propone separar el ácido del resto de componentes del suero para poder aprovechar los beneficios de estos últimos.
Existen otras alternativas para reutilizar el suero excedente. Homa Dashtaki, fundadora de White Moustache, una fábrica artesanal de yogur griego en Nueva York, defiende el consumo humano del suero por sus propiedades probióticas. De hecho, lo comercializa con gran éxito estas navidades como un purificador estomacal (necesario por las comidas pesadas de estas fechas) y como ingrediente en la cocina que puede servir como sustitutivo de la leche o marinado.
En Dinamarca, Arla Foog Ingredients comercializa Nutrilac, un polvo de proteínas que, mezclado con agua y el suero ácido del yogur griego, se convierte en una bebida muy recomendable para deportistas y, gracias a su alto contenido en lactosa, también para bebés, afirman sus fundadores.
¿Conseguirán estas innovaciones acabar con los propósitos del malvado yogur griego? Permaneceremos alerta.