Cada persona es un mundo, y como el mundo es diverso y variado, existen gustos para todo y para todos. Incluso para aquellos que contemplan el más puro masoquismo y el dolor humano. Hay a quien le gusta, y de este se deduce la práctica extrema del Wrestling BSDM.
Se trata de una actividad de carácter sexual, en la que el sufrimiento alcanza un nivel supremo. Si en algo se diferencia el ser humano es en esto, ya que sobre las prácticas sexuales no hay nada escrito, el mundo es consciente de ello. Cada pareja decide sus límites y la imaginación juega un papel realmente importante en muchas ocasiones. De hecho, los sexólogos opinan que es la primera arma con la que debemos jugar a la hora de meternos en la cama con alguien. Cada uno es libre de buscar el placer sexual como mejor le convenga, prejuicios aparte.
Si anteriormente hemos dado cuenta de que la pirofilia, la gratificación sexual a través de quemar objetos; la hematolagnia, donde la sangre produce excitación; o el sadomasoquismo, basado principalmente en la violencia como sinónimo de placer sexual, son algunas de las extrañas y menos comunes prácticas sexuales de las que tan poco hemos oído hablar, ahora llega otra, que mezcla elementos de esta última mencionada.
Una alternativa porno, sin tocamientos ni desnudos
Por BDSM se entiende Bondage y Disciplina; Domunicación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo. Fue a través de la archiconocida obra literaria '50 Sombras de Grey' donde muchas personas conocieron de qué se trataba. Se basa, nada más y nada menos que en recibir todo tipo de humillaciones, vejaciones y desprecios, tanto físicos como psicológicos, por parte de mujeres a hombres. El varón es golpeado en busca de una excitación sexual, la cual ha pagado con dinero previamente. Su ejercicio se lleva hasta niveles inimaginables por cualquiera, pero realmente se trata de algo que puede llegar a producir placer y por tanto, hay gente que está absolutamente dispuesta a hacerlo.
Los que deciden correr sus riesgos acuerdan antes hasta dónde están dispuestos a llegar, en consecuencia, se pacta una cantidad y un tiempo de duración. The Submission Room es una empresa británica que permite y oferta a más de 12 luchadoras para recibir las solicitudes de aquellos que quieran correr el riesgo de someterse ante ellas. Desde la agencia afirman que algunos piden sufrir hasta perder la consciencia. Todo por el módico precio de 150 euros. No hay penetración, no hay tocamientos en los miembros y en muchas ocasiones, las luchadoras no se quitan ni sus enseres.
El precio de la sesión también dependerá de si tendrá o no público, como mero espectador. Algunos también disfrutan de hacerlo ante una multitud, sin embargo, en este caso el precio también irá en aumento. Cuanto más morboso seas, más caro te saldrá. La citada empresa también se encarga de organizar estos espectáculos, cuyo precio como asistente puede ascender hasta 20 euros por tan solo 10 minutos de exhibición.
En España, esta práctica también ha sido popularizada por MiStress Sin Piedad, cuya sucursal en Madrid viene regentada por una profesional del sector que cuenta con un espacio de 200 metros cuadrados donde realiza estos controvertidos combates con hombres. Sin embargo, ella no se quita la ropa, por lo que el cliente no disfrutará de sus encantos al desnudo. El resto, ocurre en casa y queda a la fantasía e imaginación de cada uno.