Posiblemente porque se trata de una aplicación de uso global, o porque en su sencillez está la clave de su éxito, pero lo cierto es que los usuarios de WhatsApp se reivindican una y otra vez como los más reacios a los cambios. Recuerdo con nostalgia los días en los que WhatsApp decidió incluir el "doble check" azul y toda la polémica levantada envuelta en un agudo drama; algo similar está sucediendo ahora mismo con los nuevos estados incluidos en la red de mensajería. Tan sonora ha sido la crítica a los nuevos estados de WhatsApp, que la compañía ya ha confirmado que en la próxima actualización de la App se recuperarán los viejos.
Hace aproximadamente una semana una actualización global para App en todos los sistemas operativos sustituye los viejos estados de una línea de texto - ese clásico "Hey there, I'm using WhatsApp!" editable-, por unos estados similares a las Historias de Instagram. Los nuevos estados de WhatsApp son elementos multimedia en forma de fotos o gifs, que se pueden editar con emojis, y que se comparten con tus contactos durante el plazo de 24 horas. De esta forma, apareció en la App una nueva pestaña de "Estados", donde podemos ver las historias compartidas por nuestra lista de contactos. La controversia de todo esto, no es tanto la inclusión de los nuevos estados, sino el hecho de que sustituyen a los previos. De tal forma que esa línea de "bio" que todo contacto de WhatsApp lucía con orgullo, desaparecía definitivamente. Además, y esto posiblemente sea lo más molesto, en la pestaña de los nuevos estados antes se incluía la lista completa de contactos, también desaparecida en la actualización.
No hay nada definitivo: toca rectificar
Afortunadamente en el mundo tecnológico no hay nada definitivo, ya que, como decíamos, WhatsApp confirma que con una actualización futura se recuperarán los antiguos estados para que convivan con los nuevos. En las versiones beta de la App en inglés a los viejos estados se les está llamado "tagline".
Antes de escribir esta noticia he hecho una prueba empírica con mis redes de WhatsApp e Instagram, para comprobar si verdaderamente la gente utiliza los nuevos estados en la misma medida en la que se utilizan las historias de Instagram. En WhatsApp calculo que tengo unos doscientos contactos, de los cuales sólo uno tenía uno de los nuevos estados activo. Concretamente una foto de su perra. Muy bonita. En Instragram también sigo a unas doscientas cuentas, y si no tuviese nada mejor que hacer esta tarde podría ver hasta una veintena de historias que han compartido los usuarios a los que sigo en las últimas horas. El agravio comparativo resulta doloroso.
WhatsApp se ha molestado por incluir nuevas funcionalidades con el paso del tiempo: notas de voz, llamadas, versión de escritorio, ahora estos nuevos estados, las funciones de doble check, doble check azul... Una serie de pequeños y constantes cambios que, o bien se utilizan muy poco, o bien levantan la ira de los usuarios, como en este caso. Paradójicamente la función que ha triunfado con más rotundidad es también la más odiosa: las notas de voz.
Cualquier cambio es una oportunidad para arruinar WhatsApp
No obstante, hay una idea que sobrevuela constantemente en torno a WhatsApp, y es que cualquier cambio en la App se convierte en una buena oportunidad para arruinarla. El carácter global de la aplicación es el principal valor de la red de mensajería, y es que su sencillez cumple una función social de primer orden: ayuda a romper la brecha digital. A través de WhatsApp tengo la certeza casi total que podré contactar con cualquier miembro de mi familia, tenga la edad que tenga, o con cualquier persona del trabajo, tenga la edad que tenga. Hay muy pocas aplicaciones tecnológicas que han conseguido calar tan profundamente en absolutamente todo el mundo. Entorpecer WhatsApp en cualquier término es dejar fuera a un montón de gente, y reabrir una brecha digital que la App de mensajes ha ayudado a atenuar. Justo por eso hay que ser reaccionario de WhatsApp, enarbolando como dogma aquello de que si algo funciona, no lo toques.