España empieza a converger con Europa, ya estamos sumidos en la dinámica electoral perpetua, nadie se libra de la inestabilidad política que recorre el viejo continente. Así, tras las elecciones celebradas el 20 de diciembre de 2015 y la repetición de estas el 26 de junio de 2016, los españoles volvemos a ser convocados a las urnas el 28 de abril de 2019. Pedro Sánchez hizo el solemne anuncio tras ocho meses en La Moncloa, batiendo otro de sus muchos récords: presidir el gobierno más corto de la democracia española.
Las elecciones, por más que la oposición se desgañitara pidiéndolas, no vienen bien a nadie, pues no tuvieron tiempo; en Génova, para hacerse a un nuevo liderazgo y pasar frio en la oposición; en Ferraz, para saborear las mieles del éxito monclovita y consumar medidas sociales que activaran a sus electores; los naranjas, para ubicarse dentro del tablero ideológico; y los morados, para amortiguar tanto impacto negativo -cuando no destructivo- sufrido en los últimos meses. Tan solo un partido levitaba cuando intuía que se acercaba el tan cacareado adelanto, lo curioso es que, dentro de los partidos más potentes, éste es el único extraparlamentario: VOX.
Fin de ciclo
Diciembre de 2015 firmó el fallecimiento del estable bipartidismo creado, ideado y diseñado por los padres de la Constitución, y que tan bueno resultados -en términos electorales- había otorgado al Partido Socialista Obrero Español y UCD-CDS-Alianza Popular-Partido Popular, de pronto irrumpieron con enorme ferocidad dos fuerzas hasta el momento extraparlamentarias, Podemos y Ciudadanos. Los políticos españoles, tan poco doctos en la cultura del pacto -excepción hecha con los nacionalistas vascos y catalanes-, necesitaron adaptarse al nuevo panorama y asumir que solos no podían hacer nada.
Mariano Rajoy consiguió revalidar su mandato con el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PSOE de Susana Díaz, pero sería efímero, pues la moción de censura presentada por Pedro Sánchez triunfaría -algo inédito hasta ese momento- y transformaría el panorama político.
La ley electoral española, como dijimos antes, está diseñada para reforzar al bipartidismo, algo que bendice el artículo 68 de la Constitución española, dividiendo el país en 52 circunscripciones. No obstante, y aunque esto siempre haya supuesto la infrarrepresentación de pequeños partidos, las cosas pueden empezar a cambiar.
Punto de partida
El Partido Socialista, tras ocho años de nefastos resultados, empieza a remontar y se pone de objetivo superar los 110 escaños que obtuvo Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011, tendrá que saber rentabilizar la novedosa división de la derecha y la desilusión que impera entre los votantes de Podemos. Sánchez ya lo ha dicho, no se niega a hablar ni con Ciudadanos ni con los independentistas, estrategia que, por paradójica que pueda parecer, desplaza al presidente hacia una izquierda mucho más moderada que la llevada hasta el momento.
En el Partido Popularno hay "efecto Casado", lejos de eso, todas las encuestas indican que perderán una cantidad importante de votantes, pues existen dos trasvases de votos que lo desangran, por el centro, a Ciudadanos, y por la derecha, a VOX. Con todo esto, y con un liderazgo muy reciente, sin tiempo para haber convencido a los escépticos de su partido ni a los españoles que asisten atónitos a la radicalización del discurso, llegarán a las urnas.
Ciudadanos ha sido presionado por todos, a izquierda y derecha, por eso decidió hacer público que no pactarán con el PSOE, algo que automáticamente los define como el nuevo centro-derecha español, pues su estrategia pasa por desbancar al Partido Popular de Casado y erigirse líderes de la derecha moderada española. Esta es la estrategia que siguieron en Andalucía hace menos de tres meses y consiguieron doblar resultados y tener de Vicepresidente de la Junta a su líder autonómico.
Podemos ha perdido el atractivo del que antaño disfrutó, el partido morado ha envejecido a la velocidad de la luz y ya no gusta a sus antiguos socios de alianzas ni a mucho de los españoles que vieron en ellos "la nueva política". Este es el peor momento para ellos, no solo por los líderes que han abandonado el barco sino por el sombrío horizonte que vislumbran, pues solo En Comú Podem ha hecho público su sí a reeditar la alianza.
El verde desesperanza de VOX está en alza, han conseguido hacer llegar su mensaje y centrar en debate en la unidad de España, la inmigración, la violencia de género y las leyes LGTBI, fuera de eso, nada, no hay proyecto; pero sabrán aprovechar la cresta de la ola y cosechar unos magníficos resultados, tanto en la España urbana como en la interior.
Mención especial merece la fuerza que tienen los viejos partidos, los cuales poseen mastodónticas estructuras territoriales, con sedes en los lugares más inhóspitos de la geografía nacional, algo que los hace partir con ventaja, pues los nuevos partidos tienen casi imposible captar ese voto rural en menos de dos meses.
Horizonte electoral
¿Qué Gobierno tendremos? Todo dependerá de la distribución del voto, pero no subestimemos a Sánchez, pues él sabe que tiene serias opciones de seguir en Moncloa, a fin de la dificultad que puede tener el bloque de derechas para que el porcentaje de voto se traduzca en escaños, todo dependerá de la fuerza con que irrumpa VOX en las diferentes circunscripciones, especialmente en las que se reparten menos escaños y, por lo tanto, es más difícil entrar. La estrategia de Ciudadanos es tan ambiciosa como arriesgada, han decidido apostar por el todo o la nada, aunque si diseñan una estrategia centrista moderada, pueden terminar ocupando un espacio que, aunque todos ambicionan, carece de liderazgo.
En la nueva política, dos meses es una eternidad, máxime teniendo en cuenta que desconocemos el comportamiento electoral de un importantísimo porcentaje de españoles que aseguran estar indecisos, lo que puede cambiar todo o reafirmar las hipótesis actuales. Sea como fuere, estamos ante las elecciones más reñidas y polarizadas en torno al eje izquierda-derecha de la historia democrática.