El líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha perdido parte de sus apoyos internos. Las heridas abiertas en el pasado congreso de Vistalegre II, sus peleas con Luis Alegre y Carolina Bescansa sobre el posicionamiento en la crisis catalana; y la decisión de Teresa Rodríguez (líder de anticapitalistas, la corriente que le sostiene) de presentarse a las andaluzas con la plataforma Adelante Andalucía, diluyendo la marca Podemos; están minando los apoyos internos de Iglesias
En mitad de estas desavenencias, las bases empiezan a dudar por primera vez sobre la idoneidad de que Iglesias repita como cabeza de lista a las generales. Sobre todo, porque la formación morada está cayendo continuamente en las encuestas y la llegada de Pedro Sánchez a Moncloa le ubica en un segundo plano dentro del espectro de la izquierda y la regeneración política.
Los movimientos internos se han dejado ver en algunas declaraciones veladas. Por ejemplo, el candidato a la Comunidad de Madrid, Íñigo Errejón, que señaló el pasado mes de marzo que no descartaba "a Irene Montero como candidata de Unidos Podemos a la presidencia del Gobierno".
Podría parecer anecdótico, pero este tipo de comentarios han crecido y ahora se suman a Antonio Maíllo, líder de IU en Andalucía, que afirmaba el pasado domingo 16 de septiembre, en una entrevista a El Diario, que le encantaría ver a Montero como candidata. Y añadía: "Creo que a Pablo Iglesias también. Pablo es una de las mentes más brillantes en la política española. Pero también ha habido mujeres brillantísimas en la política que nunca han podido ser número uno".
Todos estos comentarios se unen a una corriente, cada vez más fuerte, que duda sobre la conveniencia de Iglesias para recuperar el protagonismo del discurso político. Porque la baja relevancia mediática de Podemos durante este verano ha sido evidente.
La relación personal entre Iglesias y Montero no gusta en Podemos
Los comentarios señalan a Irene Montero, pero hay un aspecto entre ella e Iglesias que está siendo controvertido: su relación sentimental. Y en ello tiene mucho que ver el hiperliderazgo que ambos ejercen y que está sentando mal en algunos sectores.
Este verano de 2018 ha sido clave. El nacimiento prematuro de los pequeños de la pareja, ha supuesto que ambos abandonen su agenda pública por completo. Este hecho ha derivado en una paralización inmediata del partido, que no ha tenido ninguna presencia a la hora de comentar, por ejemplo, la recuperación de la sanidad universal para todos.
Ola feminista
La candidatura de Montero se uniría a las de Colau o Carmena para las elecciones municipales. Sería la mejor forma de ejemplificar uno de los lemas repetidos por Iglesias, "la revolución de las mujeres", que cuadra con la ola de reivindicaciones que tuvieron su punto álgido durante las manifestaciones del 8 de marzo.
Se trata de un protagonismo femenino que se está extendiendo con algunos gestos, como el aumento en la relevancia mediática que están experimentando figuras como Noelia Vera o Ione Belarra. Son movimientos necesarios, ya que Iglesias necesita publicitar su nuevo equipo tras las traumáticas guerras internas que ha vivido el partido durante los últimos meses.
Sobre Iglesias, sin embargo, se evidencian muchas críticas, como la pronunciada por un miembro destacado de la formación al periodista Andoni Fernández del confidencial Moncloa.com: "Sus indudables capacidades comunicativas, que ayudaron al éxito inicial de Podemos, ahora están amortizadas porque es un líder carbonizado".
El Gobierno italiano, derecha-izquierda, la discrepancia en Podemos y la falta de intervención de Iglesias
Si todos estos movimientos parecían pocos, aún faltaba un giro internacional. En concreto, mirando al nuevo Ejecutivo italiano con Matteo Salvini y Luigi di Maio como máximos exponentes.
La extraña alianza que ostenta el Palacio del Quirinal, con la extrema derecha de Salvini y el Movimiento 5 Estrellas de Maio, cercano a Podemos, es el punto de discordancia. El fragmentario tablero político del país transalpino ha llevado a dejar a cada uno sus puntos fuertes: para los primeros la política migratoria y para los segundos, la social. Y, como dique de contención, al presidente Giuseppe Conte, del Movimiento 5 Estrellas y al jefe de Estado, Sergio Mattarella, encargado de no expulsar de la UE a uno de sus países más importantes.
España no tiene la misma situación, pero Podemos necesita referentes ajenos al presidente griego, Alexis Tsipras. En este sentido, Manolo Moreneo, muy adepto a Iglesias, apostó por defender el Decreto Dignidad, el plan elaborado en Roma que incluye la reducción de la temporalidad laboral o medidas para luchar contra la deslocalización empresarial.
"Guste o no guste, el Decreto Dignidad constituye un notable esfuerzo por defender al pueblo italiano contra los señores de las finanzas y de las deslocalizaciones. En política hay que debatir sobre datos y hechos. Juzgar las intenciones es propio de inquisidores y pobres mentes que carecen de argumentos racionales. ¿Fascismo en Italia? Decreto Dignidad", publicaba Moreneo en un artículo de Cuarto Poder.
Miguel Urbán y Brais Fernández criticaron el artículo señalando que se estaba olvidando por completo la xenofobia de Salvini. Moreneo contestó que aquellas críticas suponían una "banalización del fascismo" y se mostraron dispuestos a organizar una corriente republicana, antieuropea y cercana al propio ministro del Interior italiano, que contaría con el beneplácito de Jorge Vestrynge. ¿Qué dijo Pablo Iglesias? Ni estaba, ni se le esperaba.
También hay otros debates, sobre la conveniencia de seguir la vía institucional de Íñigo Errejón o la apuesta reivindicativa de Iglesias. En este sentido, la activista Lidia Falcón aseguraba en Público tras el 8-M: "Tú no derrotas al poder así, con una fiesta o una manifestación. Para militar hay que trabajar, hay que cansarse, hay que repetir cosas muy aburridas, hay que estar en la calle repartiendo folletos y pidiendo firmas, hay que ir al Parlamento 40 veces a que estos partidos se enteren que tienen que legislar. Todo eso es cansado y la fiesta, la manifestación, la asamblea, la juerga; no tienen futuro".
¿Irene Montero es la solución?
En este debate, la figura de Irene Montero vuelve a surgir y puede contar con varias debilidades y fortalezas a la hora de postularse como posible candidata en sustitución de Pablo Iglesias. Enumeramos algunos puntos clave:
1 Unica mujer candidata
Si Montero se presenta a la presidencia del Gobierno, se convertiría en la única mujer candidata de los cuatro grandes partidos, la primera que ostenta un puesto con verdadero protagonismo político.
Es un valor seguro en plena era del feminismo. Sobre ello, Antonio Maíllo, líder de IU en Andalucía, señalaba: "Ahora estamos en una enmienda a la totalidad de la historia y si toca una generación de tíos que ocupemos un espacio político de acompañamiento a las mujeres, se hace. Llevamos siglos de camino contrario".
2 Demasiada vinculación con Iglesias
Este punto tiene aspectos positivos y negativos. La presencia de Irene Montero aporta, sin duda, una solución de continuidad y, por tanto, no representaría un cambio de calado teniendo en cuenta que ya constituye uno de los valores fundamentales de Podemos.
3 Falta de tiempo para construir un candidato
Es otra de las debilidades. El hiperliderazgo de Iglesias y la caída de los fundadores de Podemos (el núcleo formado por Errejón, Bescansa, Alegre y Monedero), ha servido para que el actual secretario general ocupe todo el espacio mediático de la formación morada.
La debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez antoja imposible predecir la fecha de los próximos comicios, fundamentales por la gran cantidad de cambios que se esperan a nivel autonómico y local; con un PP que desconoce el calado del Caso Máster de Casado y la verdadera proyección de su líder entre los votantes.
Por ello, no hay constancia del período que existe para construir la imagen de una candidata visible, reconocible y atractiva para el gran votante. Y eso, dificulta un proceso que, por el momento, parece alargarse demasiado en el tiempo.