Últimamente proliferan muchos juegos que ponen la vida del ser humano en riesgo. En realidad, existen desde hace décadas, pero con la llegada de Internet se han popularizado los vídeos en redes sociales que nos permiten observar el fenómeno a través de las pantallas como meros espectadores.
Al último de estos "juegos" se le conoce como el "Knock-out Game" y parece sencillo: elegir a una víctima que se encuentre transitando sola por la calle y propinarle un fuerte golpe en la cabeza hasta dejarla inconsciente, incluso utilizando armas. Lo ideal para el agresor es que sea un desconocido para que, en caso de denuncia, no pueda reconocerle. Los acompañantes del agresor le jalean, retan e incluso graban la acción para posteriormente duplicar la humillación a la víctima a través de las redes sociales.
Estados Unidos, el origen
En 1992 el retorcido juego se hizo conocido tras la muerte de un estudiante noruego que se encontraba de intercambio en el país norteamericano. Tres adolescentes fueron los encargados de llevar a cabo el brutal acto.
Esta irracional moda ha vuelto a encender todas las alarmas en Estados Unidos y en otros países debido a que las agresiones han ido aumentando exponencialmente. Pese a que el fenómeno se vive con más intensidad en el país norteamericano desde hace décadas, recientemente se ha propagado a ciudades como Londres o Pekín e incluso se han detectado casos en España.
La sociedad lo ignora
Pese a que no existe ningún equipo de investigadores que analice la situación de este detestable fenómeno, existen tres argumentos que podrían ser el caldo de cultivo de estos ataques.
En primer lugar, se encuentra el perfil de los agresores. En la mayoría de las ocasiones, aunque no todas, son jóvenes de entre 16 y 30 años. Su nivel socioeconómico es muy bajo. Proceden de familias desestructuradas y ni trabajan ni estudian. Por lo tanto, sienten apatía por la vida en general y no tienen ninguna meta que alcanzar. Son aquellos que se encuentran abandonados por las calles durante todo el día. Los mismos para los que el tiempo discurre de una forma plana, horizontal, lenta y dolorosa.
Por otro lado, en segundo lugar se encuentra la falta de conciencia social. La sociedad suele justificarlos. "Pobrecitos", pensarán muchos. Sin embargo, cuando el golpe lo recibe uno mismo o personas más cercanas, la situación cambia. En la mayoría de las ocasiones, la gente suele justificar estos ataques como situaciones de excepción cometidas por "jóvenes locos". Asocian los cambios hormonales de la edad con el perfil del atacante ya que para ellos es difícil de digerir que alguien "normal" lleve a cabo estos actos. Sin embargo, esta "tolerancia" de la epidemia hace que se agrave la situación.
En tercer lugar, se encuentra la inacción de la policía y la justicia. En muchas ocasiones y debido a los continuos recortes que sufren las instituciones que deben velar por la seguridad de todos los ciudadanos, no se invierte dinero en investigar el fenómeno. Incluso las investigaciones quedan paralizadas ante la falta de recursos y debido al triunfo del segundo objetivo del juego: que el agresor no reconozca a la víctima. Así pues, es difícil dar caza a los instigadores y sus ejecutores.
Pese a que los fallecimientos arrojan cifras poco elevadas -aunque no por ello menos relevantes- y la mayoría se han dado en Estados Unidos, las secuelas que le quedan a la víctima son para toda la vida. Aumenta el miedo y se pierde la percepción de seguridad. Además, muchos de los damnificados terminan durante días e incluso semanas hospitalizados y los efectos para su salud y su integridad física son fatales.
Los casos más polémicos
Las autoridades estadounidenses han puesto el foco en el fenómeno debido a que se ha viralizado recientemente un vídeo en el que aparece un hombre golpeando a un desconocido. La epidemia vuelve y resurge de sus cenizas en Internet. La policía teme que esta práctica se siga extendiendo.
Fueron los propios agentes los que difundieron el vídeo con la intención de capturar al agresor, Alejandro Maldonado. Se trata de un joven de 18 años que golpeó a otro hasta dejarlo inconsciente en medio de una calle de Rosenberg (Texas). La víctima tenía 30 años y estuvo durante varias noches en el hospital.
Sin embargo, no todos los casos provienen de Estados Unidos. Aitor Nicolás Orlando Lecumberri, un ciudadano español procedente del País Vasco de 23 años, fue detenido el pasado verano por las autoridades italianas tras una intensa búsqueda por parte de la policía. Este español cometió varios ataques a diferentes desconocidos hasta provocarles la inconsciencia. Tras recibir una decena de denuncias desde el pasado 10 de julio, fue detenido y se encuentra en la cárcel de San Vitorre (Milán) a la espera de que se celebre el juicio.