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"Somos como juguetes": las violaciones sexuales de funcionarios contra mujeres norcoreanas

Un informe realizado por la ONG Human Rights Watch explica el mal endémico normalizado que supone la violencia sexual en Corea del Norte.

Corea del Norte, el país gobernado por Kim Jong-Un desde 2011, no hay ninguna palabra que exprese el concepto de "abuso sexual". Algo que, sin duda, evidencia la dura realidad que viven las mujeres en aquel país. Solo hay pequeños acercamientos al término con frases muy ambiguas como: "situaciones de trasfondo sexual en las que las mujeres se sienten incómodas o avergonzadas".

A pesar de todo, los abusos sexuales en Corea del Norte son muy frecuentes. El informe de la ONG Human Rights Watch titulado, 'Lloras por la noche y no sabes por qué: violencia sexual contra las mujeres en Corea del Norte', expone más de 50 testimonios de norcoreanos y de ocho exfuncionarios del régimen huidos desde la entrada de Kim Jong-un al poder. Ellos afirman que los abusos sexuales y el contacto sexual no deseado es tan cotidiano como comer o respirar. Las mujeres lo perciben con normalidad, como parte de la vida. Los exiliados reconocen que es imposible hacer algo para impedir estos abusos sexuales. De hecho, la única solución está en cambiar de sitio, intentar pasar desapercibidas o, por último, que un hombre de poder las proteja.

La violencia sexual es un mal endémico

La violencia sexual y de género es un problema mundial. Queda patente en una de las páginas del informe de Human Rights Watch es que en Corea del Norte hay suficientes "indicios" que es un mal "endémico". Es decir, que se da frecuentemente o cotidianamente en el país.

La violencia sexual un mal endémico en Corea del Norte
"La violencia sexual un mal endémico en Corea del Norte"

Sin embargo, si se echa un vistazo a las leyes de Corea del Norte, la igualdad entre hombres y mujeres se tipifica en la ley desde 1946. De hecho, la violación está incluida como delito y, en 2010, se aprobó una Ley para la Protección y Promoción de los Derechos de la Mujer. Aunque esto parece escribirse en papel mojado porque hace un años, en un informe realizado por una comisión de la ONU, se denunciaba que dentro de las violaciones de los derechos humanos, se incluían abortos forzados, violaciones y violencia sexual de diferente índole.

La realidad se teñía más dramática cuando alguno de los testigos de ese informe de 2014 afirmaba que "la violencia contra las mujeres no se limita al hogar, y es común ver golpear y asaltar sexualmente a mujeres en público". "La violencia sexual en Corea del Norte es un secreto a voces, ampliamente tolerado y sobre el que no se actúa", asevera Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch.

"Nosotras estamos a merced de los hombres"

Las mujeres se convirtieron en el principal sustento de las familias tras las hambrunas de los años 90. Ellas eran las encargadar de visitar los mercados para vender, un puesto muy vulnerable por la falta de regulación que las convertía en objeto de ataques, según HRW.

Oh Jung Hee, una de las víctimas que aparecen en el informe era una de estas vendedoras en la ciudad de Hyesan . Ella relata su historia de sobornos sexuales que exigían esos vigilantes: "Fui una víctima muchas veces... Cuando les apetecía, los guardias del mercado o funcionarios de policía me decían que les siguiera a una habitación vacía fuera del mercado, o algún otro lugar que escojan. ¿Qué podemos hacer? Nos consideran juguetes... Nosotras estamos a merced de los hombres. Ahora, las mujeres no pueden sobrevivir si no tienen cerca a hombres con poder", concluye Oh.

Las mujeres son muy vulnerables por esa cotidianidad del abuso sexual
"Las mujeres son muy vulnerables por esa cotidianidad del abuso sexual"

Esa práctica dantesca sufría constantemente Oh Jung Hee se encuentra dentro de una cotidianidad que vivían y viven miles de mujeres en Corea del Norte. Entre los testimonios del informe, se encuentra 21 mujeres vendedoras que afirman haber sufrido abusos sexuales y tocamientos indeseados por parte de policías y funcionarios. Algo verdaderamente truculento.

Negarse no es una opción para la mujer

Kim Eun A, huida desde 2015, explica su experiencia cuando fue detenida en Corea del Norte: "Casi cada vez que me interrogaban me tocaba la cara, las manos y me agarraba las piernas en torno al pubis. Entonces yo no pensaba que eso tuviera nada de raro. Me sentía incómoda y no me gustaba, pero no se me ocurrió otra cosa". Este suceso resulta ser sistemático cada vez que una mujer es detenida y pasa por las manos de abogados, guardianes y hombres en puestos de poder y responsabilidad.

Para las norcoreanas negarse no se convierte en una opción a valorar. Quizás, debido a la cotidianidad y naturalidad de la violencia sexual dentro de la sociedad en Corea del Norte. En el caso de las mujeres vendedoras, que "se arriesgan a perder su principal fuente de ingresos y poner en peligro la supervivencia de su familia, la confiscación de sus bienes y dinero, y a un aumento del escrutinio o el castigo", según publica el informe en sus páginas.

Los abusadores no son conscientes de estar haciendo algo mal
"Los abusadores no son conscientes de estar haciendo algo mal"

En la otra cara de la moneda, los hombres, viven estas situaciones en la práctica normalidad. La gran mayoría de estos abusadores ni siquiera son conscientes de estar realizando algo malo. Sus víctimas también lo denotan como algo inevitable o un precio a pagar en sus actividades laborales o evitar daños.

La estigmatización recae sobre la víctima que lo concluye como algo normal. Además, los ingredientes políticos, sociales y económicos en Corea del Norte "crean una tormenta perfecta de victimización sexual omnipresente para las mujeres norcoreanas", concluye el escrito.

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