Delito de odio: "Infracción penal donde la víctima o el objeto de la infracción se elige por su real o percibida conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo basado en una característica común de sus miembros como su raza real o perceptiva, el origen nacional o étnico, el lenguaje, color, religión, edad, discapacidad intelectual o física u orientación sexual o un factor similar". Esta es la definición que el Ministerio de Interior da de este tipo de delitos que simplemente, y como José Cuadrado, Director de Comunicaicón de l'Observatori Contra l'Homofòbia (OCH) de Catalunya, explica a Los Replicantes, acaba siendo el delito que una persona comete contra otra simplemente por ser esa persona.
Las incidencias registradas en 2018
Es lo que por ejemplo ha sufrido Diego Martos, un joven catalán que el sábado 12 de enero fue agredido en el Metro de Barcelona. Un grupo de cuatro jóvenes, algunos de ellos menores de edad, le atacó simplemente por el hecho de ser homosexual. El suyo no es el primer incidente de LGTBIfobia registrado en nuestro país en los últimos meses y desgraciadamente no será el último. El Observatori contra l'Homofòbia de Cataluña en 2018 registró 114 incidencias, un dato que crece respecto a 2017 (111) y que evidencia el problema real al que nos enfrentamos a día de hoy. El Observatorio Madrileño contra la homofobia por su parte, en el último informe presentado con datos del año 2017 añade que en la Comunidad de Madrid, en ese periodo temporal se denunciaron 101 incidentes de los 321 registrados, siendo además 299 víctimas registradas.
Los datos crecen pero, ¿significa entonces que se han producido más agresiones o es que las personas se atreven más a denunciar? "No sabemos si hay más ya que estos estudios son un pequeño porcentaje de la realidad, pero sí es verdad que ante determinadas situaciones se producen más denuncias", explica Cuadrado, ejemplificando sus palabras con el hecho que, por ejemplo, cuando empezó a recorrer el país el autobús de Hazte Oír "el colectivo trans empezó a denunciar (...) era un colectivo completamente invisibilizado y empezó a ser más visible que nunca, a empoderarse y a denunciar lo que no consideraban que está bien: la transfobia".
"Un 10% de la realidad"
Los datos son verdaderamente alarmantes y evidencian lo que está sucediendo en nuestra sociedad. Pese a ello, Cuadrado advierte que estas cifras simplemente suponen "un 10% de la realidad ya que hay mucha gente que no denuncia". Pese a ello, el activista explica que "nosotros animamos a que se denuncie ya que se refleja una realidad" pero en el caso que la víctima prefiera no hacerlo, sí piden que "se traslade la incidencia a los diferentes Observatorios" ya que "sin datos no se pueden trabajar". Cuadrado explica que a día de hoy, "si no hay datos, la Administración nunca responderá (...) si no tienes forma de demostrar que la LGTIbofia existe, la Administración no actúa" y pide que por favor nunca se banalice nada ya que "un insulto también es un incidente, es algo que nunca debería suceder".
El relato de Diego Martos
Insultos fue precisamente lo que recibió Diego Martos, con quien Los Replicantes ha podido hablar. Una de las últimas víctimas de la LGTIbofia existente en Barcelona ha querido relatar el suceso para este portal. El jienense, que a día de hoy vive en la Ciudad Condal, ha explicado que "iba camino al trabajo y había un grupo de chicos en el vagón del Metro. Uno se apoyó en mi y como no me apetecía aguantarlo me fui a otro sitió pero él me siguió". El chico sigue explicando que "yo le dije que si tenía un problema, se levantó y se puso en tono agresivo (...) empezó a decirme 'maricón', 'poco hombre'....", siendo entonces cuando Martos le advirtió que iba a llamar a seguridad, algo que pareció importarle poco a los chicos, especialmente al que no dejaba de lanzar insultos homófobos y machistas.
Una vez llamó al interfono del suburbano, Martos explica a este medio que no tuvo una respuesta efectiva en ese momento por parte de los responsables del Metro: "No me dijeron que hiciese una cosa u otra". Pese a ello, cree que el advertirles que iba a bajar en la estación de Urquinaona pudo ponerles en preaviso para que los responsables de seguridad estuviesen allí preparados. "No sé si no sirvió de absolutamente nada, si estaban allí por mi aviso o fue casualidad, pero quiero creer que funcionó el que yo utilizase el interfono", afirma el chico, quien cree incluso que quizás, los responsables de Metro "pensaron que era un niño borracho en una pelea a las 6 de la mañana". Pese a todo, el andaluz bajó en dicha parada y fue entonces cuando el grupo le siguió y empezaron a pegarle una paliza que le dejó el ojo totalmente morado y una herida que supuso varios puntos en su cara. Martos confiesa que a día de hoy no tiene nociones claras del momento debido a la tensión y al impacto emocional que le ha supuestro.
Miedo a denunciar
Los vigilantes de seguridad de la estación consiguieron parar el momento y detuvieron a dos de ellos, siendo uno de estos menores. Mientras que uno sigue detenido, el otro ha sido puesto en libertad provisional con una causa abierta por un delito de discriminación y contra los derechos fundamentales y libertades públicas y por un delito de lesiones. Esta proceso legal se produce después de que Martos optase por denunciar, algo que, tal y como confiesa a Los Replicantes, no quiso hacer inicialmente. "Cuando vino el primer mosso d'esquadra yo dije que no iba a denunciar porque no quería volver a ver a esa gente", explica, confesando que "ahí sí tenía miedo real".
Pese a ello, y tras la insistencia de su entorno y las autoridades, el joven se ha atrevido y ha decidido iniciar un proceso legal contra los chicos. Al menos uno de ellos es menor, un perfil que a día de hoy es más frecuente en este tipo de agresiones, tal y como explica Cuadrado. "En el informe del Observatori con datos de 2018 se evidencia que hay cierto número de jóvenes menores de edad que están empezando a manifestar odio, a agredir y a vulnerar los derechos fundamnetales", añade. Pese a estas conclusiones, deja claro que a día de hoy "es imposible trazar un perfil de agresor" ya que los datos registrados terminan siendo simplemente "un 10% de la realidad".
La nula respuesta de la gente en el vagón
Por otra parte, uno de los aspectos que más sorprenden del relato de Martos es que la agresión se produjo a primera hora de la mañana en una línea de Metro muy concurrida. Explica que efectivamente "sí había más gente en el vagón (...) unas 4 o 5 personas pero nadie dijo nada (...) incluso miré a ver si habían personas". El jienense entiende que "haya personas que no quieran intervenir (...) todos tenemos nuestras circunstancias (...) comprendo que no quieran materse en un conflicto, pero que se aparten, que llamen a los Mossos d'Esquadra, a Seguridad (...) sin meterse en la pelea (...) yo sí eché de menos que alguien llamase a la policía".
Una necesaria denuncia social
Diego Martos está convencido que a día de hoy "vivimos en un país homófobo" y con gente "sin educación", como es el caso de sus agresores, de quien está convencido que eran un grupo de "niños que buscaban pelea, enfrentamiento (...) con comentarios homófobos y machistas". Tras las dudas iniciales, Martos quiso denunciar, lo hizo judicialmente y en redes sociales, para, tal y como cuenta a Los Replicantes, "iniciar una presión, realizar una denuncia social porque esto pasa en Barcelona, en Madrid, en Valencia, en cualquier ciudad, le pasa a otra gente, y si hoy me ha pasado a mi mañana le puede pasar a cualquiera (...) no se le da la importancia que requiere". Precisamente, el chico cree que a día de hoy muchas veces las denuncias acaban siendo totalmente invisibles en los medios de comunicación: "Es muy triste que muchos casos nunca salgan y estén visibles solo en Twitter, que al final es una realidad concreta, una burbuja".
El caso más viral de los últimos meses
Diego publicó una imagen de su cara sangrando y un mensaje explicando lo sucedido y fue entonces cuando el caso se hizo completamente viral. Ha sido protagonista de todos los medios digitales, ha formado parte de la escaleta de informativos de todas las cadenas y se ha convertido sin duda en uno de los temas más comentados en redes sociales. Esta sobreexposición tiene un doble filo según José Cuadrado, quien cree que "tiene la parte positiva ya que genera conciencia social" y provoca que por ejemplo observatorios como en el que él trabaja "nos pongamos en contacto con él" ya que Diego Martos no lo conocía. Pese a ello, advierte que también puede producir "más odio (...) personas homófobas que conozcan el caso pueden ir contra él ya que en las redes sociales es mucho más fácil verter amenazas". Por ello, este afirma que primero es necesario que "las víctimas no se expongan hasta que estén totalmente preparadas" para esta sobreexposición pública.
Comentarios negativos hacia Diego Martos
El propio Martos se ha encontrado directamente con estos problemas, y es que tal y como ha denunciado él mismo en su cuenta de Twitter, ha recibido algunos comentarios negativos denunciando que él está utilizando su caso para ganar followers y poniendo en duda todo su relato, algo verdaderamente surrealista y que han provocado que el chico, a día de hoy, se encuentre "cansado mentalmente". "Era un chico muy activo en redes sociales y ahora publico menos aunque intento volver a la normalidad (...) pero hay una sobreexposición", afirma, dejando claro que hasta que esto se diluya mínimamente dejará de lado sus redes sociales.
Y es que no solo en Twitter ha percibido el aluvión de mensajes, "en un 99% positivos", afirma, en Instagram por ejemplo ha crecido en 9000 seguidores, algo que por ahora también le asusta. "Tendré que tener mucho ojo a partir de ahora con el tema ubicaciones (...) no sabes quién son todos esos seguidores (...) tengo que vigilar", cuenta, dejando claro que a partir de ahora "voy a limitar mi exposición en estas cuentas (...) no le he cogido pánico pero sí voy a tener más cuidado desde este momento".
El apoyo de los políticos
Los que sí han querido apoyar a Diego han sido algunos miembros de la clase política, especialmente Ada Colau (alcaldesa de Barcelona) y Francisco M. Ruiz (alcalde de Huelma, localidad natal del chico). En ambos casos, el chico agradece que más allá de publicar tuits de apoyos sí le enviasen mensajes directos, interesándose directamente por su salud. "A veces los políticos se aprovechan y quieren la foto (...) a veces pones el tuit y ya está, pero ellos me han enviado un mensaje, se han preocupado de verdad, me han preguntado cómo estoy", afirma, añadiendo que también se ha encontrado con el caso contrario.
Concentración esta tarde en la Plaza de España como acto de repulsa al ataque homófobo al huelmense @MartosDiego del pasado sábado en Barcelona.????????#AyuntamientodeHuelma#AytoHuelma#Huelma#solidaridad#stophomofobiapic.twitter.com/5czgJpTZgR
— Ayto Huelma (@AytoHuelma) 14 de enero de 2019
Un dirigiente del PP tuiteó un mensaje de apoyo, un texto que Diego Martos agradece pero del que espera algo más. "Me parece muy bien que ponga eso, pero lo siguiente es que a la hora de votar leyes no las paralicen. No me sirve de nada que un político ponga que hay que terminar con esto pero a la hora de legislar no lo haga, hay que hacérselo mirar. Habrá gente que se lo trague, pero otra gente que no. Habrá gente que querrá sacar beneficio de la situación y en mi caso no lo conseguirán", cuenta el chico.
Una lucha completamente necesaria
El duro relato de Martos es simplemente un ejemplo de una situación que miles de jóvenes protagonizan a día de hoy en nuestro país y que evidencia que hay que seguir luchando, reivindicando la libertad y dejando claro que es intolerable que esto siga pasando. Para combatir esta lacra existen leyes autonómicas como la 11/2014 en Cataluña con la que "se quieren garantizar los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros e intersexuales y para erradicar la homofobia, la biofobia y la transfobia". Es una ley que, tal y como explica Cuadrado "tiene lagunas (...) con cosas que no están resueltas como el régimen de infracciones, pero que es necesaria" y que además surge "de la iniciativa del colectivo". Leyes similares las encontramos en Madrid, Aragón, Navarra, Andalucía o Euskadi, pero pese a ello, Cuadrado pide "una ley estatal que se haga efectiva", algo que infinidad de asociaciones y federaciones pro LGTBI+ llevan pidiendo de forma activa durante muchos años.
"Hay que terminar con la impunidad, tiene que servir al colectivo (...) hay que proteger a esa gente que es perseguida, señalada, juzgada", pide Cuadrado, hablando directamente de la Ley de Igualidad LGTBI+ que a día de hoy sigue completamnete paralizada en el Congreso de los Diputados. El pasado mes de septiembre por ejemplo, Uge Sangil, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) calificó como "injustificable" el retraso en la aprobación de la Ley de Igualdad LGTBI+ a la vez que Cudrado deja claro que esos que piensan que a día de hoy esas leyes son la dictadura de la ideología de género evidencian "una falta de conocimiento y empatía sobre el tema muy grande".
Basta ya
En definitiva, y a la espera de que la proposición se apruebe, es necesario más que nunca el luchar, denunciar y dejar claro que no se va a tolerar ni una sola falta de respeto más porque el colectivo LGTBI+ merece respeto. Basta ya de agresiones, de discriminación y de odio injustificado. Terminemos con ello una vez más porque analizando los datos y tras escuchar el duro relato de Diego Martos queda claro que sí, queda mucho por hacer porque lo que él ha vivido, lo que viven centenares de jóvenes cada día no es justo, no lo es.