Fue el 7 de diciembre de 2018. Jefferson Anderson Feijo da Cruz había terminado el curso académico y salió con sus amigos a celebrarlo en la ciudad de Moreno, al noreste de Brasil. En un momento de la noche, el chico de 22 años se ausentó al baño. Cuando sus amigos se percataron de que estaba tardando demasiado, se empezaron a preocupar y fueron a buscarlo. Poco después lo encontraron aturdido, desnudo, inconsciente y cubierto de sangre. Su familia y amigos denunciaron la agresión como un ataque homófobo, además del robo de sus pertenencias.
Acto seguido lo trasladaron al hospital con graves lesiones en todo el cuerpo, incluidos los pulmones y la cabeza. El joven sufrió un traumatismo craneal que le provocó un bulto que comprimió su cerebro, por lo que los médicos le tuvieron que intervenir y operarle de urgencia, con una cirugía muy delicada que le dejó en coma.
Una agresión homófoba
Un mes después, Jefferson Anderson se despertó, pero ya no podía hablar, ni caminar, ni reaccionar a los estímulos. En estado vegetativo, tuvieron que hacerle una traqueotomía para mejorar su respiración. Y así ha permanecido hasta la fecha, según el medio italiano Gay.it. Solo puede alimentarse a través de un catéter. Además, el joven fue trasladado a un hospital especializado en Olinda, para evitar mayores complicaciones.
Después de otros cinco meses, los médicos decidieron que el joven tenía que quedarse al cuidado de sus padres y estos se vieron obligados a llevárselo a casa sin ningún tipo de ayuda real. Por este motivo, ellos mismos han dirigido una página de Facebook para informar sobre su estado de salud y a su vez crearon una campaña de crowfunding, para ayudar a sufragar los altísimos costes que supone el cuidado de su hijo.
Una campaña solidaria
Su familia ha querido iniciar una campaña en redes con las siguientes palabras: "Su condición requiere el máximo cuidado, que no puede ser cubierto por sus padres y amigos. Necesitamos una habitación ad hoc, aire acondicionado, una cama móvil, un tanque de oxígeno, botas y guantes ortopédicos, un colchón ortopédico, un terapeuta del habla, un fisioterapeuta y muchas otras cosas necesarias. ¿Por qué les estamos contando la historia de Jeff a todos ustedes? Porque es un joven lleno de sueños y metas que necesita nuestra ayuda para seguir luchando por la vida".
Ahora, meses después de lo ocurrido, su familia por fin ha recibido buenas noticias, y es que han conseguido llegar al objetivo que se habían marcado en la recaudación. Pero no hay que olvidar que esta es una historia más, otro ejemplo de la todavía existente violencia homófoba, que llega a todos los rincones del planeta. Brasil es uno de los lugares más peligrosos del mundo para el colectivo LGTBI, y los datos así lo demuestran: solo en 2018, más de 300 personas LGTBI fueron brutalmente asesinadas solo por serlo.