Estamos a octubre de 2017, lo que significa que todavía quedan dos meses y medio por delante para que acabe el año. No obstante, 2017 ya se ha coronado como el año en el que más menores han sido asesinados como forma de venganza hacia sus madres. Los asesinos han sido o bien sus padres biológicos o bien las parejas o exparejas de sus madres. En 2013 fueron asesinados seis niños, en 2014 cuatro, al igual que en 2015, y el año pasado únicamente hubo una víctima. Las estadísticas oficiales de estos temas las llevan desde la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Si nos remontamos un poco más atrás, veremos que desde el año 2010 han sido asesinados un total de veintiocho niños. La cifra de mujeres asesinadas en crímenes de violencia de género es mayor, pero eso no hace que esta situación sea menos preocupante; porque los niños asesinados son usados como un mero objeto para dañar a sus madres, para provocarles el mayor daño posible. Es una de las formas más crueles de la violencia de género.
Los niños que han sido asesinados en este 2017 son todos de nacionalidad española, y en un 43% de los casos tenían menos de tres años; el resto, tenía tan solo entre cinco y doce años, con lo cual seguimos hablando de niños muy pequeños. En el 83% de los casos, además, el asesino convivía tanto con la víctima como con la madre de la misma. Aunque lo más cruel, sin lugar a dudas, es que en seis de los siete casos eran los padres biológicos de los niños; es decir, que su relación de familiaridad no les ha importado lo más mínimo. Únicamente en uno de los casos madre había impuesto denuncia y, aún así, las medidas de protección no funcionaron como deberían haberlo hecho.
Que no haya denuncias no da vía libre a la hora de señalar a la madre como culpable, ni mucho menos. No debemos olvidar que la mujer estaba siendo víctima de violencia de género y, seguramente, no supo cómo reaccionar, no encontró los mecanismos de ayuda a su disposición y su única alternativa fue la de soportar todos los golpes. No se debe culpar jamás a una de las víctimas de lo que haga el asesino.
Las mujeres asesinadas ascienden ya a cuarenta
No solo hablamos de siete niños asesinados en lo que va de año, sino también de un total de cuarenta mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas. Según la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, y los datos que desde este organismo recogen, son ya siete más que las que fueron asesinadas el año pasado. Estos asesinatos no afectan solo a esas mujeres, sino que dejan muchas víctimas colaterales. Cuarenta familias rotas, destrozadas, y diecinueve niños huérfanos.
Solo el veinte por ciento de las mujeres que han sido asesinadas habían presentado denuncia, y un cuatro por ciento de ellas contaban con una orden de protección. Orden que sirvió de poco, ya que no logró salvarles la vida, por desgracia. El setenta por ciento de las mujeres asesinadas eran jóvenes, con un perfil de entre veintiún y cincuenta años. Los agresores también eran jóvenes, entre treinta y uno y cincuenta años; nueve de ellos se quitaron la vida tras el crimen.
La violencia de género continúa siendo una de las lacras más importantes de nuestra sociedad, pese a que haya quien insista en señalar que "el feminismo ya no es necesario" y que hemos alcanzado "la igualdad". Y si os preguntáis por los hombres fallecidos a manos de sus parejas este año, continúa sin haber cifras oficiales porque no hay ni denuncias ni casos demostrados. En el año 2013, que fue la última vez que se realizó este estudio, había seis víctimas mortales; y estos seis hombres no fueron asesinados por mujeres, sino que uno de ellos murió a manos de otro hombre, que era su pareja.
"Nadie habla de los treinta hombres asesinados", comenzarán a señalar los titulares dentro de poco, puesto que ya nos acercamos a noviembre. Es cíclico. Todos los meses de noviembre (justo cuando se conmemora el Día Internacional de la Violencia contra la Mujer) la gente comenzará a hablar de treinta hombres que lejos están de existir realmente. Pero estos siete niños y esas cuarenta mujeres sí que tenían nombre y apellidos, por desgracia.