Hace 14 años que Josué Estébanez de la Hija, un militar del Ejército de Tierra de 23 años, acabó con la vida de Carlos Palomino. Josué, un militante neonazi, se dirigía a una manifestación convocada por las Juventudes de Democracia Nacional en el distrito madrileño de Usera cuando propinó una puñalada en el corazón del joven, que solo tenía 16 años. Todo quedó grabado por las cámaras de seguridad del Metro.
El crimen desató la ira de los jóvenes antifascistas de la capital, que defendían al menor de edad y apoyaban a su madre, Mavi Muñoz, frente a la brutalidad de los grupos de extrema derecha. Fue la primera ocasión en la que un juez tuvo en cuenta el agravante por motivos ideológicos y la sentencia sentó precedente. Por este asesinato, Josué Estébanez fue condenado por la Audiencia Provincial a 26 años de cárcel, así como a indemnizar a los padres de la víctima con el pago de más de 150.000 euros de indemnización.
El asesino de Carlos Palomino sigue todavía en la cárcel. Se encuentra en la Unidad Terapéutica (UTE) del centro penitenciario de Villabona (Asturias) y trabaja como ordenanza en la cocina, con sueldo remunerado. No se relaciona prácticamente y los funcionarios reconocen que es muy reservado.
El joven no quiere que el resto de internos descubran el verdadero motivo por el que se encuentra en prisión y tiene miedo de salir a la calle por las posibles represalias que pueda enfrentar, sobre todo porque el asesinato de Carlos Palomino fue un punto de inflexión para los movimientos antifascistas.
Los funcionarios aseguran que está apartado de los entornos radicales y aseguran que siente temor de que, una vez libre, sigan considerándole como un símbolo de los movimientos supremacistas blancos a lo largo de todo el mundo, como ya sucede.
Así quedó palpable, por ejemplo, cuando Brenton Tarrant ejecutó a 50 personas en dos mezquitas de Nueva Zelanda. En los cargadores de su fusil escribió con tinta blanca "Josué Estébanez", una circunstancia que no pasó desapercibida para los investigadores.
A pesar de que afirma sentir temor por su salida, Josué ha pedido en varias ocasiones permisos de salida temporales, pero la dirección de la cárcel todavía no se los ha concedido. Su familia se considera muy religiosa y su madre acude a visitarle con frecuencia.
Cabe destacar que, actualmente, no existen tratamientos específicos para este tipo de asesinos dentro de las prisiones, así como cursos de reinserción destinados especialmente para ellos. Según lo previsto, Josué terminará de cumplir su condena con 49 años, en 2033.
Su paso por prisión
El asesinato de Carlos Palomino, un joven del barrio de Vallecas, generó auténtica conmoción e indignación. "No sabía que iba a llegar a tanto", se escudó su asesino sobre su propia actuación durante el juicio, pensando que su estancia en la cárcel no se alargaría tanto como finalmente ha sucedido.
Josué ingresó en la prisión militar de Alcalá Meco, pero poco después fue expulsado del Ejército y terminó en el centro penitenciario de Puerto de Santa María III en Cádiz. Allí tuvo el único incidente registrado, cuando quiso enviar una carta con símbolos nazis. En ese momento fue descubierto y los funcionarios le aplicaron el régimen FIES para tenerle más vigilado.
Posteriormente, solicitó el traslado a la prisión asturiana para estar más cerca de su familia y su comportamiento no ha revestido problemas, según el personal del centro. Ha estudiado Derecho y ha participado en algunos talleres educativos de forma voluntaria.
Sus seguidores siguen idolatrando su figura con todo tipo de campañas y justifican lo sucedido en que "solo defendió su vida", a pesar de que fue condenado por el asesinato de Carlos Palomino tras asestarle una puñalada en el corazón y de que "Carlos no se encaró ni le amenazó en ningún momento", según los testigos.