Rajoy lo tiene muy claro: esta legislatura con un Gobierno en funciones está perdida y hay que ponerse manos a la obra con la siguiente. El líder del PP considera inviable desatascar la situación actual del país y que los partidos se pongan de acuerdo para formar gobierno, y por ello este sábado inició una campaña electoral en toda regla en la que se presentó sus promesas para las nuevas elecciones. Entre ellas, destaca la propuesta de la adecuación de los horarios laborales al resto de Europa para que las jornadas finalicen a las 18 horas y exista una conciliación familiar real, materia en la que España se encuentra a la cola del continente.
Para favorecer esta medida, Rajoy promete, además, cambiar el huso horario de España para sincronizarse con Reino Unido y Portugal, medida contemplada también en el pacto entre PSOE y Ciudadanos.
El 'Barómetro sobre Bienestar y Motivación de los Empleados' realizado por Edenred e Ipsos en 2015 (las encuestas del Ministerio de Empleo se remontan, como pronto, al año 2010), solo un 30% de los trabajadores españoles cree que tiene una buena calidad de vida en el trabajo y un 41% de los encuestados se muestra insatisfecho con el equilibrio entre vida profesional y personal. El barómetro muestra, además, que de 2014 a 2015 aumentó de un 15% a un 25% la preocupación de los trabajadores por el tiempo dedicado al trabajo en detrimento al miedo de perder el puesto. Por otro lado, en el estudio publicado sobre la conciliación familiar, un 71% de los padres y madres creen que no pasan suficiente tiempo con sus hijos y un 68% dejarían su trabajo para dedicarse a su cuidado, ya que un 53,7% de los niños españoles pasa de 5 a 8 horas en la guardería.
La medida de los populares está clara: ya que no podemos deshacernos de las políticas de precariedad laboral (contratos de becarios, temporales, de baja remuneración...) que justifican la 'creación de empleo', abordemos una de las mayores preocupaciones de los españoles, que nos granjeará una buena imagen y, con suerte, un aumento de la productividad. Pero, ¿cómo pueden forzar a las empresas a cambiar sus políticas? ¿Cómo cambiarían los hábitos -y la vida- de los españoles? Atendamos a la situación laboral de otros países de Europa para entenderlo.
1 Entrar antes al trabajo...
No es que en España seamos de mucho dormir, ya que a menudo no cumplimos con las ocho horas mínimas recomendadas para el descanso por la OMS. Sin embargo, en muchos sectores el inicio de la jornada laboral se retrasa hasta las 10 horas, mientras que en países como Reino Unido, Alemania o Suecia no es extraño comenzar a trabajar a las 6, 7 o a las 8 horas. ¿El motivo? Nuestro huso horario hace que el mediodía, el momento en que el Sol se encuentra en lo más alto, se retrase hasta las dos o tres de la tarde, coincidiendo con la mitad de la jornada laboral y el descanso de la comida.
La Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles viene instando desde hace años a los diferentes gobiernos a que adecúen el huso horario de España al que le corresponde por el Sol, es decir, una hora menos. Franco quiso en 1942 que la península tuviera la misma hora que Francia y la Alemania nazi, si bien el meridiano de Greenwich pasa por Castellón. Que sí, que en España tenemos más Sol y mejor tiempo que nuestros vecinos europeos, pero... ¿de qué sirve si no hay tiempo para disfrutarlo y si se sale de la oficina de noche?
2 ...y salir antes
Por supuesto, cambiar el huso horario no es la única medida que se tendría que implantar en España para reducir la jornada laboral y mejorar la conciliación con la vida personal. El principal problema de nuestro país son los largos descansos de la comida, a menudo de una o dos horas, mientras que en el norte de Europa comen en 30 o 45 minutos, posibilitando que los trabajadores puedan terminar sus jornadas a las 18 horas o antes, que es lo que pretende Rajoy que las empresas acepten.
De este modo, quedaría tiempo de sobra para atender el hogar y potenciar el tiempo libre de los trabajadores, que tendrían tiempo para desconectar, realizar actividades que satisficieran inquietudes no profesionales e incluso formarse en áreas útiles como los idiomas, algo inviable con unas jornadas que finalizan a las 19 o las 20 horas. Rajoy promete mejorar la normativa, potenciar que las empresas mejoren sus convenios e implantar la jornada intensiva en la Administración pública para dar ejemplo.
No obstante, sería necesaria una completa reeducación de la sociedad, una adecuación de los horarios de las televisiones y un cambio en los hábitos. Se cree que las largas comidas son una reminiscencia de la postguerra española, cuando era habitual desempeñar un trabajo antes de comer y otro después, que se prolongaba hasta bien entrada la noche. De ahí que seamos los únicos del mundo que cenemos entre las 22 y las 23 horas. Tenemos, además, una concepción del día en la que este termina cuando se cena, mientras que en Alemania o Reino Unido es muy habitual cenar fuerte a las seis o siete de la tarde y, después, hacer deporte o realizar algún otro tipo de actividad de ocio.
3 La flexibilidad de horarios
La tercera medida que proponen desde el equipo de Rajoy es la implantación de unos 'bancos de horas', mediante los cuales se pudiese acumular tiempo de trabajo. En los países nórdicos es habitual trabajar mediante cupos de horas, de tal manera que si un trabajador debe realizar 40 horas semanales, pueda distribuir su tiempo conforme a sus necesidades. Si desea trabajar ocho horas y media de lunes a jueves, el viernes puede trabajar tan solo seis, por ejemplo, o si un martes debe salir antes para ir a la reunión del colegio de sus hijos, el resto de días puede recuperar el tiempo que le falta por trabajar. Esto es igualmente útil a la hora de pedir citas médicas o realizar trámites en la Administración.
Del mismo modo, en España se entiende la 'flexibilidad de horarios' con tener la posibilidad de entrar al trabajo de 9 a 9:30, mientras que en estos otros países es muy normal ofrecer un rango de entrada de las 6 a las 10 de la mañana, por ejemplo. En el momento en que el trabajador entre a su puesto se comienza a contabilizar las horas que tenga que hacer ese día. Lo mismo ocurre con las vacaciones: la imposición de librar en agosto, por ejemplo, es una clarísima Marca España.
4 Los empresarios, ¿los mayores perjudicados?
En España existe la concepción de que las largas jornadas laborales son un beneficio para el empresario, que cubre un mayor número de horas con menos trabajadores. UGT informa en su análisis más reciente que, oficialmente (no miremos ya todo lo que se esconde debajo de la alfombra), desde 2012 las horas extras no remuneradas superan a las que sí son pagadas. Es decir, los empleados salen más tarde y muchas veces dedican el descanso de la comida a seguir trabajando. ¡Nueve o diez horas de jornada laboral por el precio de ocho! Menudo chollo, ¿no?
Sin embargo, esta larga jornada laboral tiene efectos nefastos en la productividad, de modo que España es la potencia europea peor clasificada en los datos de Eurostat, por detrás de Noruega, Luxemburgo, Dinamarca, Irlanda, Bélgica, Países Bajos, Francia, Suecia, Alemania, Austria, Finlandia, Reino Unido e Italia. Y no es que trabajemos poco, ya que tenemos una media de 38,4 horas semanales (oficial, insistimos) frente a las 30,5 de Países Bajos, las 33,8 danesas o las 35 irlandesas. No en vano en países como Suecia se ha experimentado la implantación de jornadas de seis horas diarias con resultados muy positivos: "las personas están más a gusto, apenas tenemos bajas y es más fácil contratar a gente nueva para los puestos (...) El uso de la maquinaria es más eficiente, con lo que los costes en capital descienden. Todo el mundo está contento y además hemos logrado en este tiempo aumentar un 25% los beneficios", explica Martin Banck, el director gerente de una residencia en la que se realizó la prueba.
En casos como el de las residencias, Rajoy propone promover los sistemas de turnos para cubrir los tiempos necesarios en lugar de estirar las jornadas de sus trabajadores, lo cual también serviría para crear más empleo. Eso sí, sigamos el ejemplo sueco y nada de bajar los sueldos, Mariano. Si mejoramos la productividad no promovamos la precariedad.
5 Las bajas de maternidad y paternidad
Por último, pero no menos importante, Rajoy propone crear un 'sello de calidad' con beneficios fiscales para las empresas que, además de promover la jornada de conciliación, ofrezcan ventajas como guarderías o el trabajo remoto. Eso sí, apenas hace mención a la ampliación de las bajas por maternidad y paternidad, que solo aumentarían en 10 días en caso de discapacidad y familias numerosas.
De nuevo, España está a la cola de Europa a la hora de facilitar la vida a los padres de bebés recién nacidos: tan solo se garantizan 112 días para la madre y 15 días para el padre, nada que ver con los 480 días de Suecia compartidos entre los dos padres o los 392 de Noruega. Alemania, por su parte, ofrece tras el parto la mitad de días que España al 100% de sueldo, pero hasta un año más al 67% tanto para el padre como para la madre. Esto, unido a la escasez de políticas que potencian la reincorporación progresiva, es el motivo por el que prácticamente el 50% de los bebés españoles va a la guardería antes de cumplir los 10 meses.
No sabemos si Rajoy conseguirá ponerse al frente de un nuevo gobierno tras las elecciones, si PSOE y Podemos se pondrán de acuerdo y aprovecharán esta serie de propuestas o si Ciudadanos logrará un gran consenso por una u otra parte. Lo que está claro es que el sistema laboral español requiere modificaciones que acaben con la precariedad de las condiciones laborales (sin olvidar tampoco las mejoras salariales) y que permitan a los trabajadores disfrutar de una vida personal que, en tan solo unos meses, se vea reflejada en una mejora de la calidad de vida, de la productividad y de la economía del país. Siendo un problema que viene de largo, ¿hasta cuándo va a ser la crisis la excusa para tragar con condiciones cada vez más difíciles de sobrellevar?