La existencia de vida extraterrestre ha ocupado multitud de estudios y expediciones. ¿Estamos solos o realmente hay otra vida en el exterior de la que no somos conscientes hasta la fecha?
Ahora, un nuevo estudio concluye que la atmósfera de Venus podría albergar un "ciclo de vida", sostenido en la atmósfera del planeta, un lugar proclive dadas sus mejores condiciones.
De hecho, hay evidencia de que Venus, en el pasado, contaba con un clima templado, cielos azules y agua hace nada menos que 3.000 millones de años, tal y como recoge un estudio publicado en el Journal of Geophysical Research.
Este esplendor parece haber sobrevivido, en parte, en su atmósfera. De hecho, las condiciones que se encuentran a una altitud situada entre 40 y 60 kilómetros sobre la superficie es lo más parecido a la Tierra que hay en todo el Sistema Solar.
Allí, la presión del aire es muy similar a la nuestra, las temperaturas se mueven entre los cero y 50 grados, creando un ambiente que podría garantizar la vida, no a seres humanos, pero sí a otras criaturas.
Las especulaciones sobre la vida en esta franja, sobre todo con microbios que llegarían a realizar fotosíntesis, se han repetido durante años. Pero siempre concluyendo que las dificultades del entorno plantearían una corta esperanza de vida que haría poco palpable el establecimiento de un ciclo de vida. Pero ahora cambia todo.
Un entorno mucho más desarrollado de lo que pensábamos
Ahora, un estudio liderado por la astrobióloga Sara Seager sugiere, en un artículo publicado en la revista Astrobiology, que esos microbios podrían tener una esperanza de vida muy superior, incluso sobrevivir millones de años.
Para ello, los expertos sugieren que esa vida se encuentre inmersa en gotículas de líquido en suspensión en las nubes de la franja habitable. El escrito sustena que, ciertamente, el desarrollo de los microbios arrastrarían las gotitas hacia la superficie, pero que el calor haría que el líquido se evaporase, con lo que la capa inferior se convertiría en un depósito de vida "inactiva" que, posteriormente, volvería a ejercer su función al ascender con las corrientes de aire, donde se rehidratarían y volverían a activarse.
"Asumiendo que la vida debe residir en el interior de las gotas de las nubes resolvemos el enigma posterior de las gotas que se depositan gravitacionalmente y alcanzan regiones más calientes e inhabitables al proponer un ciclo de vida venusiano en el que un peso crítico, los microbios, se secan para convertirse en esporas cuando alcanzan la capa de neblina inferior, que llamamos depósito", señalan.
"Las esporas secas residirían allí hasta que algunas de ellas pudieran ser transportadas de regreso a las capas de nubes templadas y habitables, donde quedarían envueltas de nuevo en gotas de esas nubes y continuarían con el ciclo de vida", indican.
Los investigadores recuerdan que en la Tierra hay microorganismos que pueden ser arrastrados a la atmósfera y que viven a altitudes superiores a los 40km. También, que sobreviven en zonas extremadamente duras, como las aguas termales de Yellowstone. Por ello, piden invertir recursos para tras una muestra de esa atmósfera y, con ello, "salir de dudas".