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La vida de Ana Julia en prisión: presas "sombra" a sueldo para evitar su muerte

La dirección del penal cuenta con reclusas que acompañan y protegen a a la autora confesa de la muerte del pequeño Gabriel.

La vida de Ana Julia en prisión: presas "sombra" a sueldo para evitar su muerte

El juicio contra Ana Julia Quezada por el asesinato de Gabriel Cruz tendrá lugar entre el 9 y el 18 de septiembre. Mientras tanto y a tan solo una semana de sentarse en el banquillo, varias reclusas 'sombra' la siguen muy de cerca para evitar su posible suicidio o asesinato.

Los cortes en el brazo que se realizó la culpable de asesinato el 21 de diciembre de 2018 revelaron un primer intento de suicidio. Ahora, la dirección del penal quiere evitar que Ana Julia intente acabar con su vida de nuevo.

Sin embargo, los funcionarios de la cárcel de Almería no solo temen un segundo intento de suicidio, sino que intentan frenar un posible ataque por parte de otras reclusas. "Cuando llegó aquí había mucho miedo y la amenazaban constantemente por lo que había hecho", explican fuentes internas. "Ahora no hay problemas, aunque el temor a que le puedan hacer algo continúa latente. En la prisión se le tienen ganas, es evidente", afirman.

Por todo ello, las presas 'sombra' o de apoyo, controlan a la mujer, vigilan sus movimientos y permanecen alerta ante cualquier cambio de actitud o comentario acerca de su estado de ánimo.

Ana Julia se sentará en el banquillo el 9 de septiembre
"Ana Julia se sentará en el banquillo el 9 de septiembre"

Máximo aislamiento

Para realizar esta tarea, por la que reciben una cantidad de 30 euros, las mujeres tienen que asistir a una especie de curso con recomendaciones sobre la forma de actuar. Suelen ser reclusas que se encuentran en la etapa final de sus condenas y que tienen buen comportamiento en prisión. Estas presas 'sombra' son las únicas que tienen contacto con Ana Julia Quezada a día de hoy, ya que permanece completamente aislada dentro del penal sin encontrarse en ningún momento con el resto de mujeres.

La separación de la asesina confesa de Gabriel Cruz del resto de presas forma parte del régimen de refugios que se ha aplicado con Ana Julia, siguiendo el artículo 75.2 del Reglamento Penitenciario.

La medida pretende salvaguardar la vida de la reclusa después de que se desactivara el protocolo antisuicidios y supone un retiro total, por lo que no puede participar en talleres ni hacer vida en las zonas comunes junto al resto de las presas. El protocolo de protección de Ana Julia Quezada seguirá vigente, al menos, hasta el 9 de septiembre, cuando será trasladada a la Audiencia provincial en un furgón de la Guardia Civil para la celebración del juicio en su contra.

Para entonces, la Fiscalía y la acusación particular que llevan a cabo los padres del menor piden que Ana Julia cumpla la pena máxima en prisión por un delito de asesinato, mientras que el abogado de la asesina confesa, Esteban Hernández, solicita tres años de cárcel por homicidio involuntario.

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