Ana Julia Quezada, asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz, llegó a Burgos en 1992 cuando tenía 19 años. El resto de su vida en la ciudad se ha dedicado a investigarla el guardia civil que ha declarado en la tercera vista del juicio, celebrado en la Audiencia Provincial de Almería.
El testimonio del agente apunta a la presunta ambición económica de Ana Julia: "Las entrevistas que realizamos coincidían todas en la frialdad de ella, en que calcula, en que puede ser muy calurosa y cariñosa si quiere pero también al revés. Y, sobre todo, en el interés económico, en cómo se movía sobre todo por él", ha declarado.
Durante la investigación del pasado de la acusada, el guardia civil se entrevistó con familiares de sus tres exparejas, con una de ellas, y con su exmarido. Estos testimonios ofrecen, según el testigo, información sobre el carácter de Quezada y las razones que le habrían motivado a entablar relaciones sentimentales.
"Con una de sus exparejas, que estaba enferma de cáncer, sus hijos se quejaban de que cuando su padre estaba pasando dolores y sufriendo mucho, ella se sentaba al lado y jugaba con su tableta", asegura.
Por su parte, los hijos del que era su compañero sentimental por aquel entonces, se quejaron a la Guardia Civil de que Quezada le obligó a suscribir un seguro de vida en su favor mientra él se encontraba muy enfermo. Incluso, llegaron a presentar una denuncia contra la mujer por quedarse con los 30.000 euros del seguro y con efectos personales. A la denuncia añaden, además, que Ana Julia "incitaba a su padre a beber más", siendo consciente de sus problemas de alcoholismo.
Un carácter "manipulador y cambiante"
Además, el testigo señala que a su primer marido y padre de su hija, Miguel Ángel Redondo, le tocó la lotería en 2004. En 2009, el dinero ganado empezó a remitir: "Ella estuvo con él hasta que se le acabó el dinero. Luego, sencillamente lo dejó".
Según apunta el testimonio del guardia civil, Ana Julia terminó de forma abrupta su estancia en Burgos, tras conocer a la que sería su próxima pareja, Sergio Melguizo. Con él, Ana Julia habría visto la posibilidad de empezar de nuevo en un entorno poco accesible y algo apartado: Las Negras, un paraje recóndito en el Cabo de Gata. Un año más tarde y después de que el local que impulsó junto a Melguizo no funcionara, la acusada conoció a Ángel Cruz.
El testigo ha querido insistir durante su declración en que todas las fuentes consultadas referían problemas de convivencia con Quezada y un carácter "manipulador y cambiante según sus intereses".
Por todo ello, la ambición de Ana Julia Quezada, de acuerdo con lo declarado en la tercera vista del juicio, podría apuntar a una presunta motivación económica tras el asesinato del menor Gabriel Cruz. Esa es la tesis que ha defendido la acusación durante el juicio en contra de la asesina confesa que, según afirman, pretendería adueñarse de la finca valorada en 500.000 euros de su pareja, Ángel Cruz.