La homosexualidad aún es ilegal en Túnez. Según el artículo 230 del Código Penal, "la sodomía será castigada con penas de hasta tres años de prisión", según el texto basado en la antigua legislación francesa. Hasta 60 personas se encuentran actualmente en prisión por este motivo dentro de las fronteras del país norafricano.
La aplicación de esta ley, precisamente, choca con los avances sociales que está experimentando el país árabe, que ha aprobado una ley pionera en materia de violencia de género, tiene un 30% de parlamentarias (récord en los países del entorno), una alcaldesa en la capital y cuenta con la primera asociación laica del mundo musulmán.
Las prácticas organizadas por las autoridades tunecinas para atacar a la comunidad homosexual cuentan con todo tipo de agresiones. "La situación de la comunidad LGTBI aquí es catastrófica. La persecución incluye todo tipo de prácticas en contra de los derechos anales. Una de ellas es la realización de dos test anales. Los hacen médicos, pero en realidad son torturadores. Estas pruebas son formas de violación: un doctor te introduce el dedo en el ano para saber, supuestamente, si has mantenido relaciones sexuales con otros hombres", denuncia Mounir Baatour, presidente de Shams, el colectivo LGTBI más importante de Túnez, en declaraciones al diario El País.
Mounir fundó el movimiento después de pasar una temporada en la cárcel. Ahora, recorre el mundo para dar voz a una comunidad silenciada y perseguida en Túnez: "Cuando detienen a una persona por su apariencia homosexual y le realizan un test anal, lo someten a todo tipo de tortura y no a una prueba con alguna validez científica", denuncia Yamina Thabet, médico, activista y presidenta de la Asociación Tunecina de Apoyo a las Minorías.
Precisamente, esta activista denuncia que la ley no tiene cabida en el nuevo marco político y legal que se ha abierto tras la caída de la dictadura de Ben Alí: "La persecución a las minorías sexuales en la ley es inconstitucional. Resulta inaceptable que pase esto porque lo único que se ha votado ha sido la Constitución y, en ella, se pidió libertad y privacidad".
Dificultades para avanzar
Sin embargo, el apoyo parlamentario es mínimo y dificulta que la situación pueda revertirse a corto plazo: "No hay voluntad política. Los partidos dicen que no es tiempo de abordar este tema. Solo tres parlamentarios se han manifestado a favor de la derogación del 230", denuncia Baatour.
Parte de la sociedad civil está comenzando a actuar ejerciendo un activismo para concienciar en torno a la necesidad de respetar los derechos humanos. Por ejemplo, con la creación de la primera radio de temática LGTBI en el mundo árabe o el colectivo Mawojoudin We Exist, responsable de organizar el Festival de cine gay de Túnez.
Son pequeños gestos, pero la discriminación por parte de las autoridades, a nivel laboral y familiar es constante. Una comunidad silenciada que comienza a movilizarse para conquistar derechos en el país, paradójicamente, más avanzado del mundo árabe.