Vera Putin, una señora de 96 años afincada en Georgia asegura desde hace varios años ser la madre biológica de Vladimir Putin. Asegura además que fue cuando le vio en televisión cuando le reconoció y todo porque "andaba como un pato".
"Fue al colegio en Georgia hasta el tercer grado. En Rusia repitió un par de cursos", asegura la anciana. Según la mujer, su segundo esposo la obligó a deshacerse se su hijo: "Mi marido no lo quería aquí. Temía que tendría que mantenerlo". Por este motivo, asegura que decidió llevarlo a la zona de los Urales con sus abuelos maternos: "Lo llevé a Rusia y lo dejé allí con mi madre". Poco después, el supuesto abuelo de Putin terminó dejándolo en un orfanato.
La mujer asegura que no lo ha vuelto a ver desde ese momento pero que sintió un pálpito al verlo por primera vez en televisión en 1999: "Era Vova. El corazón de una madre nunca falla", afirma a la par que explica que le llamó especialmente su forma de andar, "como un pato".
La anciana vive actualmente en Metekhi, un suburbio de Tbilisi, la capital de Georgia, extremadamente pobre. Cuando Putin fue nombrado presidente se compró una televisión que puso en su salón. Afirma que en ese momento se sintió "dichosa", ya que acababa de perder a su marido: "La vida es así. Una franja negra reemplaza a otra blanca", asegura.
Muertes inesperadas
Aunque el Kremlin niega esta historia, lo cierto es que alrededor de ella se han dado varios sucesos cuanto menos sospechosos. Por un lado, el periodista ruso Artyom Borovik murió en un extraño accidente aéreo cuando trató de llegar a ella para realizar un documental. Por otro lado, el periodista italiano Antonio Russo fue también asesinado el 16 de octubre de 2000 mientras cubría la Guerra en Chechenia. Según se supo después tenía previsto entrevistar a Vera Putina. Su cuerpo fue torturado, magullado y hallado finalmente en una cuneta.
Asimismo, la mujer asegura que ha recibido presiones para que guarde silencio, pero hay testimonios que validan la historia, como un registro de su escolaridad en la escuela de Metekhi, en 1959. Su compañero de clase, Gabriel Datashvili le recuerda como un niño reservado. Su maestra, Nora, Gogolashvili, destaca que era un alumno del que se burlaban y que siempre iba con los pantalones remendados.
