Venus hoy es un desierto, una especie de infierno con una atmósfera venenosa cargada de dióxido de carbono y nitrógeno, con unas condiciones que imposibilitarían la vida tal y como la conocemos.
Pero todo fue muy distinto hace 3.000 millones de años, cuando el Sistema Solar era muy joven y uno de sus planetas disfrutaba de unas condiciones mucho más propensas para nosotros: un clima templado, cielos azules, grandes cantidades de agua corriendo y formando mares y ríos por toda su superficie.
Como se puede cambiar el cambio de tornas con La Tierra ha sido tal, que ambos han intercambiado las condiciones idóneas para hacer posible la vida. Una vida que, según el último informe del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, presenta evidencas mediante los restos de lo que aparenta a todas luces un extenso océano en los restos de este planeta.
El escrito ha sido publicado en el Journal of Geophysical Research y lleva la rúbrica de los investigadores Michael J. Way y Anthony D. Del Genio. En él afirman que ese océano, de aguas poco profundas, habría persistido en el planeta hasta que varias grandes provincias magmáticas, volcanes, emergieron al mismo tiempo desde las profundidades, terminando de golpe con un largo período de tiempo templado.
Los investigadores llevaron a cabo varias simulaciones informáticas de la historia de este planeta mediante un modelo de la NASA (ROCKE-3D). Con él, intentaban examinar cómo las variaciones en la velocidad de rotación del planeta y los niveles del agua de su superficie podrían haber influido en su clima primitivo.
Suponiendo que la atmósfera temprana de Venus era fría y rica en carbono (como la de la Tierra primitiva) y que su velocidad de rotación era lenta, los investigadores descubrieron que el clima de Venus podría haber permanecido estable durante la mayor parte de sus 4.000 millones de años de historia. Lo cual se opone frontalmente a la teoría del calentamiento gradual del Sol.
Esas erupciones habrían tenido lugar durante los últimos cientos de millones de años y habríans ecado por completo la superficie de Venus, hasta el punto de que se generó un proceso de cambio climático que habría terminado con la destrucción de toda la vida que albergaba el planeta.
La Tierra sufrió un proceso similar, pero de tal forma que creó un entorno compatible con la vida
En cuanto a La Tierra, los investigadores aseguran que hay una gran cantidad de similitudes que llevan, incluso, a considerar que ambos planetas son completamente hermanos.
Entre las similitudes, destacan ese proceso magmático, que en el caso de nuestro planeta, por sus particularidades y también distancia del Sol, "fue una suerte para la vida tal y como la conocemos hoy".
Con estos datos, los investigadores consideran necesario conocer mejor la superficie de Venus, con el obejtivo de comprender en qué medida y en qué orden este tipo de procesos terminaron con sus condiciones de albergar vida.