Pocas ciudades se ven tan afectadas por la afluencia masiva de turistas como Venecia. La falta de sostenibilidad de una ciudad con 50.000 habitantes y 30 millones de visitantes al año agudiza la necesidad de algún tipo de control. De hecho, Venecia recibió 10 millones de euros bajo el gobierno de Matteo Renzi para solventar, o al menos mejorar, este problema.
Sin embargo, la solución planteada por el alcalde de la ciudad italiana, Luigi Brugnaro, no ha despertado demasiadas simpatías en un sector de la población. El político de centro-derecha ha instalado cuatro tornos, dos cerca del puente de Calatrava y otros dos próximos al puente de los Descalzos.
Ambas estructuras son los principales enclaves que llevan al centro de la ciudad. De este modo, se pretende controlar el acceso al corazón de Venecia. Cuando supere un límite, los tornos se cerrarán e impedirán el paso a más gente.
Un torno ha sido arrancado por las protestas
La decisión de Brugnaro no ha sido bien recibida. Apenas unas horas después de colocar los tornos y que empezaran a funcionar, uno de ellos ya ha sido arrancado. Además, por la zona se pudieron ver a decenas de manifestantes protestando bajo el lema "Venecia no es una reserva, no estamos en peligro de extinción".
El alcalde hace caso omiso a las críticas y defiende su idea, que se suma a la prohibición de los grandes cruceros de desembarcar en tierras venecianas. Señala que la amenaza de la Unesco de retirar a Venecia el cartel de ciudad patrimonio de la humanidad, obliga a actuar rápido y se muestra orgulloso de la medida implantada:
"Es la primera vez que se intentan regular los flujos en Venecia. Claramente, cometeremos muchos errores y tendremos muchas críticas, pero por ahora está funcionando todo perfectamente".
La población sigue cayendo en picado
Venecia es una de las ciudades del mundo en las que la turistificación está causando más estragos. Una oferta de menor calidad debido a la excesiva demanda, denuncias constantes de estafas y diversas situaciones por el estilo son constantes en el día a día del centro de Venecia. Sin embargo, hay una cuestión estructural bastante más importante. Los residentes se están yendo de allí.
La población veneciana disminuye a un ritmo de 1.000 habitantes al año, una cifra alarmante. En la actualidad, rondan los 50.000 habitantes, dos tercios menos que a mediados del siglo pasado. De seguir así, en 50 años, solo habría turistas en Venecia.
