La documentación intervenida por la Policía Nacional que los Mossos intentaron quemar en una incineradora de Sant Adrià de Besòs poco antes de la consulta del 1 de octubre ha revelado algunos detalles que, de confirmarse, resultarían escandalosos.
Entre ellos, aparece una denuncia emitida por varios agentes de los Mossos d`Esquadra en la que, literalmente, se indicaba que el cuerpo autonómico buscaba nuevos policías dispuestos, incluso, a practicar torturas.
Uno de los agentes ha afirmado que el Cesicat, el servicio de Inteligencia del Govern, le preguntó si estaba dispuesto a poner "una toalla empapada de agua en la boca de una persona y continuar echándole agua para tratar de ahogarlo". Todo ello aparecía en la documentación que la Generalitat intentó quemar en Sant Adrià del Besòs.
En la denuncia se señala, además, presiones por parte de los servicios de Inteligencia catalanes, más conocidos como Cesicat, en los que le proponían integrarse en un supuesto servicio de inteligencia. Sus reuniones se producían en un piso franco situado en la calle Numancia, 77 de Barcelona.
El director del Cesicat ha negado las acusaciones, en concreto, que ejercieran ninguna labor para obtener información sobre disidentes políticos y ha asegurado que dos personas se hicieron pasar por miembros de su organismo utilizando información falsa.
Las pruebas
A pesar de que el director del cuerpo de inteligencia niega las acusaciones, los investigadores han señalado algunas pruebas que demuestran la labor del cuerpo señalado por los agentes de los Mossos.
La primera es la existencia de espionajes a políticos catalanes contrarios a la independencia, que ahora se reflejan en los informes de la Policía Nacional. El segundo, es el uso de una infraestructura de trabajo ubicada en el centro de Barcelona y un fondo para pagar a colaboradores al margen de cualquier institución pública. Y, sobre todo, que la denuncia haya permanecido cuatro años en manos de los Mossos y que intentaran llevarla a una incineradora varios días antes del referéndum que precipitó los acontecimientos que derivaron en el 155.
La primera reunión
La denuncia que realizó el agente afirma que la primera reunión entre el agente que denunció los hechos y el miembro del Cesicat, llamado Xavier Termens, se produjo el pasado 30 de septiembre de 2014, es decir, dos días antes de la consulta del 9N.
El agente mencionado, habría tenido problemas con sus mandos en la comisaría de Les Corts y se encontraba en ese momento cursando estudios en la Universidad Pompeu Fabra.
Durante el encuentro, el agente le reveló que le habían estado investigando con el fin de confirmar su idoneidad para el puesto que le iban a ofrecer. Por ello, sabían la raza de su perra, el gimnasio al que acudía con frecuencia o el nombre de su expareja.
Termens, según la denuncia, le ofreció continuar con su puesto en los Mossos para mantener la placa y la pistola. Ese puesto se complementaría con un nuevo papel en el Cesicat por el que recibiría un complemento de 700 euros en dinero negro. Como prueba de buena voluntad, le regaló un bolígrafo 'Parker' diciéndole que era un rgalo de un mando superior de los Mossos.
Finalmente, Termens le ofreció dos teléfonos de contacto, uno de ellos de un colaborador llamado Daniel Portillo y le indicó el piso franco de las reuniones que se situaba en la calle Numancia,77 de Barcelona.
Daniel Portillo, posteriormente, se presentó como agente encargado de labores de Información para la comisaría de Sant Gervasi y participaría en el Cesicat en tareas de seguridad informática.
Se formaliza la colaboración
Al día siguiente, el agente denunciante asegura que acudió a una nueva reunión con Xavier Termens en un centro comercial llamado Illa Diagonal. Allí le reiteró la oferta y le ofreció un contrato confidencial con el que formalizar su nueva pertenencia al Cesicat.
Su trabajo se centraría en "realizar seguimientos a políticos, búsqueda de información mediante herramientas informáticas y escuchas telefónicas a políticos y otras personas de interés que tengan posibilidad de perjudicar los intereses de la Generalitat".
La tercera reunión, celebrada el 12 de octubre, se concretó en un establecimiento de comida rápida, pero a última hora se traladó a la calle Marqués de Sentmenat a las 18:00. Allí, le trasladaron al mencionado piso franco de Numancia, 77 y fue entrevistado en el salón de la vivienda.
Esta reunión, en la que le indicaron que finalmente no era adecuado para el puesto, supuso que el agente decidiese cortar toda relación y cerrar sus perfiles en redes sociales, cambiar el teléfono y denunciar los hechos a sus mandos superiores.
Es información aportada fue la que se intentó destruir en la incineradora de Sant Adrià de Besòs cuatro años después. Los agentes también evitaron realizar ningún tipo de investigación sobre su denuncia, según se registró en toda la documentación intervenida.