Iñaki Urdangarin sigue siendo noticia aún desde la cárcel de Brieva en la que lleva encerrado desde el 18 de junio de 2018. El recurso contra su condena de cinco años y diez meses presentado ante el Tribunal Constitucional ha sido rechazado, por lo que sus esperanzas de libertad se han desvanecido.
Esta petición se centraba en que supuestamente se habían vulnerado sus derechos fundamentales, por lo que solicitaba una revisión de su condena y la anulación de la pena por malversación en el caso Noós. Pero, al parecer, lo que más atormenta a Urdangarin es la soledad a la que está sometido, lo que ha derivado en una desesperación, que su abogado reconoce aunque añade que "no sufre depresión".
Que se encuentre solo en un módulo en una cárcel de mujeres podría haber sido una decisión positiva para la seguridad del cuñado del Rey Felipe VI. Con ello, además, evitaría que la vida en prisión de Urdangarin y sus visitas se viesen filtradas a la prensa. Aun así, no parece que le esté beneficiando, y así lo declaran fuentes carcelarias.
Iñaki no sabe manejar la soledad, pertenece a una familia numerosa, de siete hermanos, cuando jugaba al balonmano convivía con los jugadores de su equipo y ha sido padre de cuatro hijos. Su vida ha trascurrido siempre con bullicio alrededor. Cumplir condena en solitario es un error, estaría mucho mejor en el módulo de respeto de otra cárcel, donde pudiera compartir una partida de mus, hacer deporte o, simplemente, un rato de charla con presos afines
Las visitan han disminuido
Ya han pasado nueve meses desde que ingresara en prisión y la monotonía de estar aislado no se está viendo contrarrestada por las visitas que recibe. Al comienzo de su entrada, muchos familiares acudían a verle, pero actualmente sus más allegados lo tienen más difícil.
Claire, su madre, es muy mayor y sus hermanos viven en Vitoria, tienen un trabajo y una familia, por lo que no es tan fácil acudir a Ávila a ver a Iñaki Urdangarin. Por otra parte, la Infanta Cristina suele acudir "una vez al mes, al vis a vis, en el que puede estar a solas con su marido hasta tres horas".
Pero ver a su mujer una vez al mes no parece ser suficiente y se desconoce cuál es el motivo por el que la Infanta no acude con mayor regularidad. "Quizá no le compense viajar desde Ginebra para las visitas semanales de 40 minutos en un frío locutorio a través de un cristal, donde hay que hablar a gritos, porque apenas te oyes", cuentan autoridades penitenciarias.
La monótona vida de Urdangarin
Los ánimos le están afectando en todos los sentidos, pues no tiene demasiadas ganas para realizar actividades. A pesar de los consejos que le dan, no quiere estudiar una carrera durante su estancia. Se limita a montar en bici estática, hacer running, ver la tele, leer, rezar y escribir un diario.
Espera con ansias que llegue Navidad, donde podrá disfrutar por primera vez de un permiso. Y es que Urdangarin espera con ansias poder pisar la calle con libertad y su abogado lo sigue intentando por todas las instancias.
Las soluciones que se están tomando
La junta de tratamiento de la cárcel de Brieva rechazó recientemente un tercer grado, mediante el cual Iñaki Urdangarin solicitaba acudir a pasar las noches en la cárcel. Por lo tanto, su abogado sigue estudiando esta posibilidad por buena conducta acogiéndose al Artículo 100.2 del reglamento de prisiones.
Esta opción es posible pasando los días y los fines de semana con la familia y yendo a dormir noches a la cárcel, pero ningún miembro de su familia se encuentra en Ávila. La Infanta Cristina vive en Ginebra, mientras que sus hermanos y su madre residen en Vitoria.
Las opciones son claras: o su mujer se traslada a Ávila o se consigue el cambio de cárcel a Vitoria. El problema es que esto podría considerarse un trato de favor hacia un miembro de la Zarzuela. Aunque su ingreso en una prisión de mujeres totalmente aislado también lo parecía en principio.