Las universidades quieren poner coto al absentismo escolar... de sus propios profesores. Esta práctica, que ya ha sido criticada fuera de nuestras fronteras por la OCDE, se mantiene porque la mayoría de facultades españolas continúan con sistemas de control de la asistencia bastante anticuados.
Eso es lo que, por ejemplo, sucede en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde el control se realiza con una simple hoja de firmas. El problema llega cuando algunos profesores, según han relatado sus alumnos, se dedican a llegar al aula 20 minutos tarde, firman y se van.
Todo ello, además, cuenta con la connivencia de muchos alumnos, que no se quejan de la posibilidad de contar con más horas de tiempo libre a la semana. Sin embargo, el problema se encuentra detrás: hasta el 39% de los docentes se queja de que el absentismo de otros profesores dificulta "mucho" o "de forma significativa" la enseñanza en los centros.
Por todo ello, el Tribunal de Cuentas ha advertido desde el año 2003 de la necesidad de sustituir los actuales procedimientos, basados generalmente, en la firma de una hoja de asistencia. Con ello, por ejemplo, no se puede valorar el tiempo que el docente permanece en el aula o si llega constantemente tarde a sus clases. Algunos alumnos han señalado que, si bien esta práctica "no es generalizada", hay algunos que suelen acudir con gran retraso.
Privilegios con fecha de caducidad
La situación con la que cuentan actualmente los docentes ha llegado a ser calificada como un privilegio. El presidente del Consejo Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Ángel Tristán, señala que, si estas consignas "ya se están aplicando al Personal de Administración y Servicios, ¿por qué no se aplican a los profesores?".
La misma opinión mantiene el consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Rafael van Grieken, aunque también señala que esta práctica es "cada día menos frecuente".
Por el momento solo se pueden obtener datos a través de los comentarios de alumnos y otros profesores. Pero no hay cifras fidedignas que demuestren si un profesor llega constantemente tarde a su puesto de trabajo.
Sin embargo, algunas universidades ya se han dispuesto a solucionar estos problemas. Una de ellas es la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), que mantiene un sistema de control de asistencia digital que registra con exactitud cada entrada y salida de sus docentes.
Este método, más contemporáneo, lleva en funcionamiento cinco años. Gracias a él, afirman que "se ha mejorado en la puntualidad de los profesores", y que el absentismo ya es "un problema residual". El actual rector, Javier Pérez, afirma que se implantó este sistema debido a las quejas de los estudiantes, y sobre todo "al hecho de que, si al personal se le somete a estos controles, es razonable que se haga igual con el profesorado".
Problemas añadidos
Junto a la falta de control efectivo en los horarios, algunos expertos apuntan a otro problema: la falta de incentivos con la que cuenta el profesorado. La mayoría de ellos ejercen como investigadores y docentes. Sin embargo, los incentivos se centran especialmente en la primera labor y no en la segunda. Además muchos de ellos se decantan por la investigación con el fin de impulsar sus carreras, mientras que dejan la labor como profesores en un segundo plano.
El problema se sitúa en que la calidad de la enseñanza baja de manera flagrante, lo que para gran parte del personal implicado en la enseñanza universitaria es una muestra de que la educación "no se valora" en España.
Además, en muchas instituciones aún falta un servicio de inspección de personas docentes que sea eficaz a la hora de calificar la acción de los profesores. La mayoría recibe complementos salariales en función de la calificación que le otorgan los alumnos, pero todo ello no ataja el problema: "La política universitaria debe sustentarse en la ciencia y no en la apariencia o en el rumor", señala el presidente de la Federación de Estudiantes Progresistas. Algo está cambiando en las universidades españolas.