El ser humano nació y vivió desnudo desde sus orígenes y durante su evolución, hasta hace aproximadamente 70.000 años, que empezó a cubrirse. Hojas secas, pieles y demás hacían de las vestimentas que empezaron a tapar las vergüenzas de los hombres y mujeres que fueron olvidándose de vivir tal y como Dios los trajo al mundo.
El escritor estadounidense Mark Haskell Smith quiso experimentar la sensación de vivir libre de prendas durante un año para después plasmar sus sensaciones en un libro. El hombre tuvo que superar la vergüenza durante 365 días (porque no todos se sienten "poderosos" sin ropa, como Kim Kardashian). Haskell conoció una nueva vida.
"Si tienes una erección, te piden que te vayas"
Para llevar a cabo esta labor, el hombre viajó por espacios naturistas entre California del sur y Francia. El viaje comenzó en Desert Sun Resort (Palm Springs). "Estaba aterrorizado", reconoce el escritor a BBC y añade: "Estaba incómodo y ansioso en la habitación de mi hotel, poniéndome capa tras capa de protector solar hasta que, cuando finalmente salí, parecía una señal altamente reflectante".
Haskell buscó la protección de la crema de sol para poder no sentirse desnudo a pesar de no llevar ropa. Tenía que tomárselo en serio, porque los que lo practican así lo hacen también. "Así como en los aeropuertos no se bromea con bombas, con nudistas no se hacen bromas sobre pechos. Y si tienes una erección, lo más probable es que te pidan que te vayas", relata.
Durante el episodio del protector solar se sintió juzgado. "Todas las personas en la piscina me miraron, hicieron un gesto de vergüenza y se cubrieron el rostro. Me sentí insultado. Pensé: 'Yo tengo veinte años menos que ustedes'", explica".
"Un grupo de cristianos rezó por nosotros"
Tras esta primera experiencia Haskell viajó al sur de Francia, a Cap d'Adge, uno de los parajes nudistas más conocidos. Para acceder a la ciudad del desnudo en este lugar es necesario pasar una valla de seguridad que imposibilita la entrada de curiosos. Una vez dentro, el lugar es una urbe común... con gente desvestida.
"Incluso hay una lavandería, aunque no sé qué lavan el seco", explica el escritor. "Ir de compras o pasar desnudo una mañana por un café se me hacía tan raro que en realidad era una especie de diversión", recuerda.
Otra de las rutas que escogió Haskell para vivir la experiencia fue una de senderismo por los Alpes austríacos. Durante una semana el escritor vivió sin ropa junto con otros diecinueve nudistas que provenían de toda Europa. "Un día nos encontramos con un grupo de excursionistas cristianos y su líder hizo que todo el mundo girara la cabeza y mirara hacia el otro lado mientras pasábamos. Más tarde, cuando estábamos haciendo un picnic junto a un lago, los vimos de nuevo y oraron por nosotros", evoca.
El nudismo, comienzo de tolerancia
Mark Haskell Smith fue adecuándose poco a poco al entorno nudista. No obstante, no consiguió deshacerse de los nervios del último momento antes de quedarse completamente al desnudo y entrar en un entorno naturista. "Estos temores están dentro de tu propia cabeza. A los nudistas realmente no les importa", señala.
"La gente desnuda en realidad es como cualquier otra persona. Creo que la idea de aceptar tu cuerpo y los cuerpos de otra gente tal y como son es realmente saludable. Nuestra sociedad necesita todo tipo de tolerancia y este es un buen lugar para empezar", dice.
Discotecas nudistas en el Caribe
La esposa del escritor acabó uniéndose a la experiencia en un crucero por el Caribe con otros 2.000 nudistas. La mujer no pudo resistirse a un baño en las cristalinas aguas de las Bahamas, aunque fuera sin ropa.
"Es más que nada una cosa para hacer en pareja, ya seas gay o heterosexual. Si estás solo, todas estas parejas te miran como si fueras un bicho raro. Así que cuando vino mi esposa, y tal vez porque ella es bastante atractiva, de repente fuimos el alma de la fiesta", recuerda.
De aquel viaje recuerda que lo mejor fue una noche en una discoteca donde se encontró con una mujer de cerca de 70 años que vestía un traje de sirvienta francesa transparente. "Estaba con un andador en el medio de la pista de baile moviendo el esqueleto. Me dije a mí mismo: 'Es la cosa más horrible que he visto jamás'. Espero que cuando llegue a su edad tenga el coraje para hacerlo", apunta.