Ucrania ha denunciado el uso de armas químicas prohibidas por parte de Rusia en su territorio durante el conflicto y afirma que ha contabilizado hasta 626 casos de uso de munición de sustancias químicas venenosas no contempladas en la legislación internacional.
Entre los casos que aparecen registrados, 51 se habrían producido en 2024, según un comunicado emitido por el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas, que ha alertado que "su uso va en aumento".
El elemento más empleado durante estas intervenciones son las granadas K-51, lanzados desde drones, pero también se detectan usos de "artefactos explosivos improvisados equipados con sustancias irritantes". Además, se han lanzado proyectiles de artillería "que contienen sustancias químicamente peligrosas".
En la denuncia se explicita el uso de un nuevo tipo de granadas RG-VO que contienen la sustancia química CS, un tipo de gas lacrimógeno. Este tipo de armas químicas están prohibidas por la Convención de Armas Químicas de la ONU, en la que Rusia aparece como firmante.
Misiles balísticos
En la intervención en Ucrania, según ha afirmado en una rueda de prensa el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, Rusia también ha empleado misiles balísticos de corto alcance producido en Corea del Norte.
Según Washington, este dato muestra las dificultades que está encontrando el régimen de Vladímir Putin para reponer el armamento que emplea en sus ataques a su país vecino. Kirby ha explicado que Corea del Norte ha entregado a Rusia lanzaderas de misiles balísticos y varios de estos cohetes, con alcances de 900 kilómetros. Uno de ellos fue dirigido contra la región de Zaporiyia el 30 de diciembre, y el pasado martes las fuerzas rusas dispararon varios en un ataque nocturno.