La noticia ha saltado a la plana mayor de la prensa: cinco directivos de Twitter dimiten. Justo cuando ha logrado consolidarse la 'audiencia social' como una forma plenamente reconocida por los medios de comunicación a la hora de medir su impacto entre el grueso de la población, nos encontramos con que la red social del pajarito se encuentra en arenas movedizas.
Los tuiteros lo llevan notando en sus propias carnes digitales de un tiempo a esta parte: la actualización y la participación de los usuarios cada vez es más escasa. Ganando tan solo una importancia considerable ante un gran evento que todo el mundo comenta, su curva de crecimiento se ha frenado por primera vez en diez años. Si hace poco tuvimos que lamentar el cierre de Fotolog, la red social de nuestra adolescencia... ¿estamos ante el comienzo del fin de Twitter?
Mientras reflexionamos si Twitter ya tocó techo hace seis años con los tuits de Pedro Sánchez, intentemos buscar las causas del estancamiento.
Ser malos! Buenas noches colegas
? Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) noviembre 19, 2010
En taxi, por el camino mas largo al destino; que digo? Hago?
? Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) diciembre 13, 2010
1 Pocos y poco habladores
Una de las obsesiones de Twitter siempre ha sido no conformarse con un pequeño-gran nicho y llegar al mercado global de internautas. Paradójicamente, sus aproximadamente 310 millones de usuarios activos quedan deslucidos si los comparamos con los casi 1.500 millones que posee Facebook.
Incluso otra red social propiedad de Zuckerberg (la adquirió en 2012 por 1.000 millones de dólares), Instagram, adelantó el pasado año por la izquierda al sitio de micro-blogging: pasó en pocos meses a tener más de 400 millones de cuentas. Suponemos que el culpable es la atracción magnética que producen tantas fotos de gatos.
Por si fuera poco, los usuarios actuales de Twitter interactúan cada vez menos entre ellos, porque, como bien indican los expertos en redes sociales, la página web también incluye entre los 'usuarios activos' a cuentas de spam y lectores pasivos que entran a la app o la web pero no tuitean. A lo que se le suma que las cuentas acostumbradas a mandar mensajes han bajado su volumen de tweets. Y todo esto sin referirnos a zonas con idiomas distintos al inglés o español, especialmente en Asia y África, que encuentran en el lenguaje, entre otras, una barrera casi insalvable.
Para colmo, llega Cayetana Álvarez de Toledo y dice que Twitter está lleno de tontos.
2 Pájaro azul, números rojos
Las acciones bursátiles de Twitter, más volátiles que las del resto de empresas digitales (Facebook, por ejemplo), temblaron cuando se hizo pública el año pasado dicha desaceleración de registros.
Ante la nueva situación se puso al timón a Jack Dorsey, el que fuera fundador de la red social. Su meta fue clara desde el comienzo: aumentar el número de usuarios y encontrar la rentabilidad a un sistema que cada año cierra en números rojos. Y una cosa va ligada a la otra, puesto que la proyección de datos más halagüeña indica que hasta 2018 no tendrán beneficios, y para ello necesitan un crecimiento continuo y estable del tráfico.
La comparación con su rival vuelve a ser demoledora. Twitter arrastra 1.677 millones de euros en pérdidas desde su creación, mientras que Facebook encadena años en bonanza económica, llegando a doblar el valor de sus acciones. No le pusieron 'La red social' a la biografía de Zuckerberg por nada, amigos.
3 Caídas y dimisiones por doquier
Cuando a principios de año se publicó en la prensa uno de los supuestos cambios que pretendía realizar Dorsey como CEO para impulsar Twitter, los tweets de 10.000 caracteres, el mundo dijo "NO" y las acciones cayeron en bolsa un 8%. No importó que el mismo Dorsey desmintiese esa propuesta, sus inversores ya habían dictado sentencia.
A esta situación de nerviosismo no le ayudó nada la caída de sus servidores el martes pasado. Aunque los cortes del servicio se concentraran sobre todo en Europa, esto volvió a repercutir negativamente en su imagen corporativa y en su cotización cayendo otro 3,34%. Como es habitual, los únicos que no decepcionan son los memes para reirnos de nuestras desgracias.
Teniendo en cuenta este mes de enero tan convulso, no es de extrañar que este lunes haya habido una reestructuración profunda en el consejo de administración de la empresa, con dimisiones de cinco cargos importantes. Uno de ellos, Jason Toff, ya ha dejado claro que ficha por Google. Mientras que unos ven una reforma necesaria para el negocio, otros ven en esta noticia una espantada que no deja en buen lugar a Twitter. Desde luego, a la bolsa tampoco le ha parecido una maniobra genial, si nos fijamos en su caída hasta del 7,5%.
4 ¿Los tweets del mañana?
Una vez desestimadas las 'revoluciones' de 10.000 caracteres por mensaje o alterar el orden cronológico del timeline, desde Twitter deberán estrujarse la cabeza para dar con las innovaciones que permitan monetizar el servicio.
'Pedir prestado' a Facebook el botón de 'Me gusta' y cambiarlo por el de Favorito fue el primer paso para motivar el dinamismo. Ahora sus esfuerzos se centrarán en los anuncios en vídeo para volver a recuperar el reclamo publicitario de las medianas y grandes marcas. Ampliarán su duración hasta los 30 segundos de anuncio, eso sí, contando con la posibilidad de saltarlo.
En el intento de rentabilizar, dicho contenido promocionado puede resultar para el usuario veterano todavía más invasivo de lo que ya es y espantarlo definitivamente de la red social. En este difícil equilibrio se encuentra la red del pájaro azul, según cómo juegue sus cartas se decidirá su futuro a corto y largo plazo.
Aunque, ¿y si -como dicen algunos gurús- acaba absorbida por una de las grandes como Google? ¿Se atreverían a plantar cara a Zuckerberg y compañía?