"Un caso de depravación humana". Así ha calificado Michael Hestrin, el fiscal del distrito de Riverside, la torturaa la que David y Louise Turpin, 57 y 49 años respectivamente, han sometido reiteradamente a sus trece hijos en la localidad de Perris, al sureste de Los Ángeles (California).
Se les acusa de hasta 38 cargos, entre los cuales se incluyen 12 por tortura, 12 por detención ilegal, 7 por abusos a mayores de edad, 6 por abusos a menores y 1 por actos lascivos sobre uno de los menores.
Palizas, desnutrición, maltrato psicológico...
El fiscal revela la tortura que sufrieron los hijos, de entre 2 y 29 años, por parte de sus padres. "Por cosas como lavarse los manos por encima de las muñecas, que consideraban malgastar agua, los encadenaban". Muchas veces, tenían que ir al baño con las cadenas puestas, y solo se les permitía ducharse una vez al año.
Las palizas se llevaban a cabo por la noche, para no alertar a los vecinos. Los niños estaban despiertos porque los obligaban a dormir durante el día, así que apenas veían la luz del sol. No iban a la escuela, eran educados en su propia casa. Solo uno de ellos había ido a la universidad, y no pudo tener vida social más allá de las clases.
En el domicilio se han encontrado muchos juguetes, la mayoría todavía en la caja, puesto que no les dejaban jugar con ellos. Únicamente les permitían escribir en diarios, que se han convertido ahora en la principal prueba contra David y Louise.
Además, estaban severamente desnutridos. Los padres "les tiraban algo de comida de vez en cuando", a pesar de que se han encontrado numerosos alimentos en la casa. Muchos de ellos, únicamente servían para proseguir la tortura. "Ponían sobre la mesa tarta de manzana y otros alimentos apetitosos, pero no les dejaban tocarlos". La hija mayor, de 29 años, pesa 37 kilos. El padre también ha sido acusado de actos lascivos sobre una de sus hijas.
Una de las hijas consiguió avisar a la policía
El horror para los trece hijos hubiera continuado de no haber sido por la valentía de la chica de 17 años, que logró escapar por la ventana tras dos años planeándolo. Una vez lo consiguió, avisó a la policía con un móvil que había cogido de la casa.
Cuando se reunieron con la víctima, pensaban que esta tenía unos 10 años cuando en realidad tiene 17. No llegaba a los 35 kilos. Al escuchar a la adolescente, las autoridades fueron a la casa, donde se encontraron con un panorama esperpéntico: varios de los hijos encadenados, un hedor insoportable y un largo etcétera que propiciaron la detención inmediata de los padres.
"Un deseo de Dios"
La pareja se ha declarado inocente, y no parecen tener signo alguno de arrepentimiento. Como señala el fiscal, David y Louise consideran sus actos "un deseo de Dios".
Era conocido por todos el profundo sentimiento religioso de marido y mujer. Lo que no se sabía era su enfermiza obsesión por la Biblia, y cómo forzaban a los hijos a léersela y a seguir sus postulados una y otra vez.
Nadie sospechaba nada
Ni los vecinos y amigos de la localidad de Perris, a pesar de la cercanía entre unas casas y otras, ni los familiares de la pareja, tenían constancia de estas aberraciones, según han contado a la prensa y al fiscal.
Es más, la hermana de la madre ha declarado que el círculo cercano creía firmemente que "estaban viviendo una vida perfecta": "Nos decían que iban a Disneyland todo el tiempo, o a Las Vegas".
Mismos comentarios positivos recibían por parte de amigos y conocidos de la familia cuando la madre subía fotos de todos juntos en redes sociales. En ellas, los trece hijos sonreían, aparentemente felices. Solo ahora se conoce por todo lo que han pasado.