Donald Trump fue el responsable de retomar los experimentos de riesgo en los laboratorios de Estados Unidos. Su decisión, adoptada el 22 de diciembre de 2017, implicó el fin de la moratoria impuesta por Barack Obama y el peligro de generar nuevos virus letales, mediante el tratamiento de gérmenes peligrosos ya existentes.
La medida permitió desbloquear la manipulación y refuerzo de patógenos de todo tipo. Entre ellos, los parientes más cercanos al actual coronavirus, el Síndrome Respiratorio Agudo y Severo (SARS) -es un 80% similar al actual patógeno- o el Síndrome Respiratorio por Coronavirus de Oriente Medio (MERS); además de otros patógenos peligrosos como el ébola, como destacó en diciembre de 2017 el diario El País, la cadena británica BBC y nos hicimos eco en Los Replicantes.
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH en sus siglas en inglés) recalcaron entonces que este tipo de investigaciónes solo se podían llevar a cabo previa consideración de un grupo de expertos de la agencia, en virtud de varios parámetros como méritos científicos o beneficios potenciales que justificaran el riesgo.
La medida, entonces, generó una fuerte polémica y también un debate sobre si la experimentación con virus como el antecesor del actual coronavirus podían ser un peligro para nuestra supervivencia. A favor de ello (donde se alineó Donald Trump) se encontraba la posibilidad de agiliar el hallazgo de vacunas. En contra, quienes se llevaron las manos a la cabez aante el peligro que podía generar cualquier tipo de fallo. De hecho, Obama aprobó una moratoria cuando se supoe que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades habían expuesto de forma accidental a un brote descontrolado de ántrax en un laboratorio de Atlanta.
¿Ha habido riesgo de epidemia desde entonces?
La cadena BBC se preguntó entonces si el hecho de levantar restricciones podía generar una nueva epidemia con un virus de consecuencias completamente desconocidas hasta la fecha.
Los epidemiólogos se mostraron contrariados. Mientras que algunos mostraron su apoyo a la iniciativa ante el avance que suponía para las investigaciones, otros pronosticaban las consecuencias podían ser dramáticas en pérdidas humanas y económicas, a pesar de la baja probabilidad de llegar a un escenario de pandemia.
Marc Lipstich, un epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública Harvard TH Chan de Boston, señaló: "La probabilidad de que un experimento en particular pueda llevar a tales consecuencias es baja, pero la escala de consecuencias es completamente diferente de los tipos de riesgos de bioseguridad a los que estamos acostumbrados".
El experto consideraba, además, que la validez de estos experimentos era limitada: "Responderán a dudas muy puntuales sobre un virus específico, pero que no necesariamente se podrán generalizar a otras cepas de virus por muy similares que sean", indicó entonces.
Desde el levantamiento de la moratoria aprobada por Trump, la experimentación con este tipo de virus ha continuado produciéndose en los Estados Unidos. Una investigación controvertida pero que se consagra a avanzar con mayor rapidez en la lucha contra todo tipo de enfermedades.