Nada más llegar al poder, Trump comenzó a desmantelar la herencia de Barack Obama sin ningún tipo de pudor. Las diferencias en cuanto al estilo y el tono de ambos dirigentes han sido más que palpables desde el primer minuto en el que el magnate cogió las riendas de la Casa Blanca. Pero hay otro punto que les diferencia: la afición a gastar el dinero de todos.
En concreto, a gastarse el dinero de todos los contribuyentes en plácidos y cómodos viajes por todo el mundo. De sobra es conocido el cariño que Trump tiene a Florida, donde mantiene su "Casa Blanca de Invierno", Mar-a-Lago. En concreto, cada una de sus divertidas excursiones cuesta a las arcas públicas un total de 3 millones de dólares, por lo que los norteamericanos ya han desembolsado, al menos, 24 millones en que su presidente pueda jugar en medio del agradable clima tropical del que goza Florida.
No solo el presidente gasta ingentes cantidades de dinero público en viajes. Los estadounidenses tienen que preparar la cartera también para pagar los vuelos de todos sus hijos. Uno de ellos ha sido el de Eric Trump a Uruguay, con el fin de promover una torre residencial Trump en el país sudamericano. El viaje dejó una cuenta de casi 100.00 dólares en gastos de hotel de los agentes del Servicio Secreto y del personal de la embajada que lo acompañaron.
Un próximo viaje de Eric y Donald Jr. a Emiratos Árabes Unidos para inaugurar otro club de golf de la familia, llamado el "Berverly Hills de Dubai" también promete ser un buen gasto para todos los estadounidenses. Sin embargo... ¿no chocan en este caso los intereses privados con los públicos? ¿No debería de pagar la familia Trump los viajes que realiza para sus propios intereses?
Otro gasto más: la primera dama, Melania Trump, ha decidido no vivir en Washington hasta que su hijo Barron finalice el curso escolar. Si mantiene esta postura, la factura podría situarse, al menos, en los 70 millones de dólares -aunque podría ascender a 140 millones-. La vigilancia de la Torre Trump en Nueva York está costando entre 500.000 y un millón de dólares diarios, según estimaciones de la Policía local.
Todo ello, pese a que en el año 2015 el presidente aseguró que no saldría mucho de la Casa Blanca "porque había mucho que hacer". Poco a poco va haciéndose con el mérito de ser el presidente de los Estados Unidos en gastar más dinero público para sus viajes privados.
La incongruencia del presidente
Donald Trump no siempre ha tenido la misma vara de medir en cuanto a este asunto. Durante el año 2011 no dudó en lanzar varios tuits criticando que el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, viajase a Hawaii: "El vacacionista habitual, Barack Obama, está ahora en Hawaii. Estas vaciones le están costando a los contribuyentes cuatro millones de dólares, mientras hay 20% de desempleo".
Los viajes Trump, sin embargo, han costado ya 24 millones de dólares en tan solo diez semanas. Además el presidente ha anunciado un profundo recorte en materia de gasto social por la necesidad de "ahorrar", algo que no ha cuadrado en gran parte de la sociedad, que no comprende cuál es la prioridad real del presidente de Estados Unidos.
Gran parte del votante de Donald Trump procede de antiguos simpatizantes demócratas que han querido castigar los efectos que la crisis han tenido en las clases más débiles. Por todo ello, el discurso en contra del 'Stablishment', al que se vinculó a Hillary Clinton, caló tan bien en los votantes. Sin embargo, si ellos han sido tradicionalmente demócratas, es porque han buscado una mayor protección social por parte de las instituciones. Este tipo de noticias, por tanto, se podrían volver completamente en contra del polémico magnate.
A Trump, además, le han pillado en otro mensaje contra Obama que, ahora, suena un poco contradictorio: "¿Por que Obama y su familia viajan por separado a la isla de Martha's Vineyard? Les encanta gastar de manera extravagante todo el dinero de los contribuyentes". Ahora es él que realiza estas prácticas y gastanto más dinero que su predecesor.
Seis años después, EE.UU. se gasta casi un millón de dólares al día para proteger la residencia de la primera dama porque no quiere viajar a Washington.