17 años después de la caída del bloque soviético, los ecos de la Guerra Fría se hacen más fuertes a causa de su último reducto más beligerante: Corea del Norte.
Las constantes amenazas nucleares del último régimen estalinista del mundo continúan aumentando de tono, conscientes de que, quizás, son el último salvamento para una nación empobrecida, aislada, sin recursos, con una población diezmada y con una extensión similar a la de Castilla y León.
El último gesto de la nación asiática ha sido el de lanzar (con éxito) un misil capaz de atacar territorio estadounidense en tan sólo 37 minutos. Un gesto que ha aumentado seriamente el tono bélico entre las naciones enfrentadas, ya que el régimen de Pyongyang tiene ahora a tiro estados como Alaska.
Obama ya avisó a Trump cuando realizó el relevo en la Casa Blanca: Corea del Norte es el conflicto internacional más importante del país norteamericano. Y el último suceso sólo aviva esa afirmación: "Esto cambia todos los cálculos", ha llegado a rezar el exsecretario de Defensa William J. Perry.
Washington, que forzó una reunión en Naciones Unidas para aumentar las sanciones internacionales contra el país, lo tiene claro: "Tanto EE.UU. como Corea del Sur estamos preparados para ir a la guerra en cuanto se dé la orden", afirmó el general Vincent Brooks.
Las declaraciones llegaron después de que ambos países replicaran el gesto y comenzaran a realizar pruebas balísticas con el fin de alertar a la nación norcoreana: el rearme está listo. Y mientras tanto, Rusia y China, notas discordantes (y en cierta medida, con distancias, más cercanos a Pyongyang), intentan que la tensión se relaje en la región, ya que se verían directamente afectados como vecinos y con la posible obligación de posicionarse en uno u otro bando.
La situación se precipita
El problema al que se enfrenta EE.UU. se encuentra en el aumento del tono bélico por parte de Corea del Norte. La nación asiática, que lanzó el misil en pleno día de la Independencia de Estados Unidos, calificó el gesto como "un regalo para los bastardos americanos".
Pero el mensaje implícito es mucho más amenazador: Corea del Norte está avanzando de manera potente en su programa nuclear, y tiene altas probabilidades de terminar consiguiendo un arma que sea capaz de atacar todo el territorio de Estados Unidos.
Sin embargo, al régimen no le interesaría un conflicto de estas características, ya que su situación de aislamiento, implicaría un "morir matando", ya que las grandes potencias se posicionarían del lado de EE.UU. Sin embargo, no queda clara la postura de dos grandes 'pesos pesados' como China o Rusia, que en múltiples ocasiones han ayudado al régimen estalinista bloqueando sanciones a través de su influencia en el Consejo de Seguridad.
Sin embargo, llegando al caso, si se produjese la guerra, las consecuencias serían devastadoras. Seúl, capital de Corea del Sur, se encuentra a tan sólo 55 kilómetros y tiene 10 millones de habitantes.
Por otro lado, si el Norte ataca a Japón, la guerra podría tornarse en mundial, un conflicto en el que además tendría verdadero protagonismo, por primera vez, el armamento nuclear. El Jefe del Pentágono, James Mattis, lo tiene claro: "Una guerra con Corea del Norte sería el peor conflicto que ha sufrido la mayoría de la población en su vida".