Daniel Sancho se encuentra a poco menos de 24 horas de conocer la sentencia definitiva por el asesinato y descuartizamiento del médico cirujano Edwin Arrieta. A pesar de las filtraciones que apuntan a su condena y que ha criticado la defensa por adelantarse al juez, la realidad es que tan solo tendrá validez definitiva la condena que finalmente el magistrado del caso decrete en el tribunal.
El hijo de Rodolfo Sancho ha permanecido durante el último año encarcelado en la prisión tailandesa de Koh Samui, donde ha desarrollado una gran afición a la lectura. El joven se ha leído todo el sumario del caso (118/2566) y esto ha sido clave para su participación tan activa.
Quizá con el objetivo de entretenerse y facilitar que el tiempo pase más rápido, Daniel Sancho ha sacado partido de la pequeña biblioteca de la cárcel, hasta el punto de haber leído más de setenta libros durante su estancia en la cárcel. Algunos eran propiedad del penal, pero otros se los ha enviado desde España su abuela paterna, a la que está muy unido.
Un libro de 'true crime'
Quizá objeto de esta pasión por la lectura, el hijo de Rodolfo Sancho también ha comenzado a desarrollar otra afición, la escritura. Por este motivo, ha iniciado el proyecto de un nuevo libro en el que afirma que tiene la intención de contar su verdad sobre todo lo ocurrido.
Se trata de una producción en la que ya ha desarrollado más de ochenta páginas, que se compone como una especie de 'true crime' en el que cuenta con todo lujo de detalle su historia, su relación con Edwin Arrieta y todo lo que ocurrió en el bungalow de Ko Pea Ngan donde se produjo la muerte y descuartizamiento.
El joven siempre ha mantenido que Edwin Arrieta murió de manera accidental. Según su testimonio ante la justicia, él intento de romper la relación que unía a ambos, pero el cirujano se negó violentamente a aceptar su decisión e incluso intentó agredirlo sexualmente.
Siguiendo su versión, fue entonces cuando se inició una violenta pelea entre ambos, en la que Arrieta le habría golpeado y mordido. Sancho le habría empujado entonces, y golpeado, de modo que finalmente cayó y se golpeó con la cabeza en uno de los muebles del cuarto de baño de la habitación, provocando la fractura del hueso occipital del cráneo y su muerte.
Con todos estos hechos, Daniel Sancho expuso que después troceó el cuerpo y, tras descuartizarlo, lo introdujo en bolsas, que arrojó a varios contenedores y en el mar. La defensa siempre ha defendido que "fue improvisando" sus actos, un punto fundamental en su condena, puesto que el Código Penal de Tailandia solo recoge pena de muerte con este agravante.
Los criminólogos Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás, encargados del caso, sostienen que Daniel Sancho "dejó todos sus datos personales, incluyendo nombre, apellido y número de teléfono móvil", incluido el pasaporte original, algo que consideran que excluye la premeditación.