Los tres legionarios que intentaron alojar más de 320 kilos de hachís dentro de las fronteras de nuestro país ya han sido condenados. El Tribunal Militar Territorial de Sevilla ha impuesto a los tres cabos la entrada en prisión durante un periodo de tres años y once meses de prisión. La decisión ha sido ratificada por el Tribunal Supremo, que además ha apoyado la decisión del alto tribunal de cobrar una multa a los tres individuos, que asciende hasta los 522.000 euros.
Cada uno tendrá que pagar esta cantidad y además abandonar el cuerpo. Mohamed A.S., Mohamed R.A. y Hitcham A.H. intentaron introducir droga en España aprovechando unas maniobras laboriosas que habían sido programadas en Almería, con procedencia de Ceuta. Ellos venían de allí, ya que estaban destinados en el acuartelamiento Recarga de Ceuta, posición que no podrán volver a recuperar una vez salgan de la cárcel, ya que así lo establece el Código Penal Militar.
Los hechos ocurrieron en 2015 y la verdad es que cualquiera podría pensar que fueron listos al intentar perpetrar este delito de contrabando y tráfico de dogas. Su equipo tenía que gestionar el paso de una mercancía a la península, por lo que la Policía Militar debió realizar las pertinentes y cautelosas inspecciones para así autorizar su paso. Su destino no era otro que el campo de maniobras Álvarez de Sotomayor, en Almería. Uno de ellos, condujo hasta allí y, además, aprovechó para coger la mochila cargada de hachís de Mohamed S. y así portarla consigo con el objetivo de introducirla en los camiones que se dirigirían a la península.
Burlaron los controles de la Policía Militar
El día que ocurrieron los hechos, Hitcham llegó a la residencia con su propio coche, aunque no lo aparcó en las instalaciones destinadas a este fin, sino que decidió estacionarlo un poco más lejos, aunque más cerca de donde se encontraban los vehículos que viajarían hasta el interior de la península ibérica.
Esa misma medianoche, infiltrado y con una camiseta que le cubría la cara, el cabo siguió las órdenes de Mohamed R. y se enfrentó a las centinelas que encontró a su paso. Claramente, no lo reconocieron, por lo que pudo introducir en un BMR toda la mercancía, distribuida en un petate, cinco mochilas comerciales y una de combate. Estaba valorada en el mismo precio que ahora cada uno de ellos tendrá que pagar como parte de la condena del juez.
Nadie se dio cuenta, ni siquiera durante las revistas de la Policía Militar, que supuestamente están entrenadas para detectar este tipo de contratiempos. Todo salió a la luz en Almería, cuando el BMR que contenía toda la carga fue vaciado por un grupo de legionarios. Uno de ellos se percató que una de las mochilas no tendría por qué haber viajado en el vehículo blindado, por lo que no dudó en decírselo a su teniente.
Todo estaba envasado al vacío dentro de una bolsa negra de basura y un "trozo de sábana blanca impregnada en colonia". Fue entonces cuando se dieron cuenta que había más mochilas sospechosas, su peso era irregular, pesaban más de la cuenta. Las abrieron y entonces acreditaron que contenían hachís.
Ninguno de los recursos que fueron presentados por los autores del delito ha servido de nada ante el Supremo. Los testimonios de los legionarios que avistaron sus movimientos sirvieron de mucho al tribunal castrense que los juzgó, que no pudo encontrar una explicación lógica para el comportamiento de los tres cabos.
Aseguran que la actuación de Hitcham "es tan inexplicable como incrompensible". Los hechos se agravaron tras su declaración, pues no pudo brindar justificación alguna en cuanto a su defensa. Según él, "entró con el vehículo y aparcó su coche, llamó a su primo y después salió del cuartel". "¿Por qué entonces salió con la cara tapada y se enfrentó con el centinela?", se preguntó el tribunal.