Se habla mucho de los trastornos alimenticios (pese a que no toda la información que se dé sobre ellos sea tan veraz como debiera), así como de algunos trastornos mentales muy conocidos, como pudiera ser la ansiedad. Incluso se habla de la vigorexia, un trastorno alimenticio relativamente muy novedoso. No obstante, puede que no hayáis oído hablar sobre el trastorno dismórfico corporal, mucho más común que los anteriores y que suele pasar totalmente inadvertido a menos que sus síntomas sean muy graves.
El trastorno dismórfico corporal es una enfermedad mental que hace que quien la padezca se preocupe en exceso por algunas partes específicas de su cuerpo, hasta el punto de que termina por verlas de una forma totalmente distinta a como realmente son. Esto no implica que al mirarse al espejo vean algo distinto a lo que ven los demás, pese a lo que los mitos a través de internet han transmitido. Por ejemplo, una chica que se obsesione con que tiene las piernas gordas no verá sus piernas mucho más gordas de lo que realmente lo son, sino que las verá tal y como son, pero continuará creyendo que son demasiado gordas. Dará igual que no haya nada de grasa en ellas, que se encuentre desnutrida, porque continuará viéndolas demasiado gordas.
Cuando una persona sufre trastorno dismórfico corporal, tenderá a verse mucho más "fea" de lo que realmente es (teniendo en cuenta que la belleza es, siempre, algo subjetivo). Creerá que su nariz es demasiado grande o demasiado pequeña, que sus labios no son lo suficientemente gruesos, o que su pelo no es lo suficientemente liso.
Esto es algo que, en cierta medida, nos puede llegar a suceder a todos en un momento puntual de nuestra vida, y no implica necesariamente que tengamos trastorno dismórfico corporal. En un momento de bajón emocional, por ejemplo, podremos llegar a pensar que nuestra barriga no está lo suficientemente tersa, o que nuestros ojos están demasiado juntos. Pero si eso no nos impide realizar nuestra vida diaria, si no nos hace sentir constantemente mal, no sufrimos ninguna enfermedad. Vivimos en una sociedad donde los cánones de belleza son muy estrictos, y esto puede afectarnos a todos en cualquier momento.
El trastorno dismórfico corporal puede hacer que una persona no quiera vivir
La dismorfia corporal puede afectar a cada persona de una forma distinta; mientras que alguien, con el tratamiento psicológico adecuado, puede llegar a vivir sin que eso sea un impedimento, habrá quien necesite mucho más esfuerzo para sobrellevarlo.
Hace unos meses, Robert Pattinson admitió públicamente que sufre dismorfia corporal, así como una "tremenda ansiedad". Él no se ve como el símbolo sexual que muchas chicas han llegado a considerar tras las películas de 'Crepúsculo', y ha aseverado sentirse muy inseguro con su cuerpo. No se siente cómodo quitándose la camisa, pese a que ha tenido que hacerlo más de una vez por exigencias del guión. Y es que el hecho de ser famoso no te libra de padecer alguna enfermedad mental, algo que bien saben muchos de los más conocidos de Hollywood.
Algunos de los síntomas más comunes y conocidos del trastorno dismórfico corporal van desde los pensamientos constantes y obsesivos sobre un defecto que se cree que se tiene hasta el aislamiento, porque la persona que lo padece se avergüenza de salir a la calle o de ser visto. El problema es que es un trastorno muy desconocido y, por tanto, cuesta mucho trabajo que se diagnostique en condiciones. A causa de esto, muchas personas que lo sufran jamás serán diagnosticadas, porque puede que jamás lleguen a ir al psicólogo por su malestar emocional.
En este sentido, es muy importante remarcar algo: los psicólogos están ahí para ayudarnos, exactamente igual que haría un médico de cabecera. Y si cuando nos encontramos mal de la garganta vamos al médico, ¿por qué no vamos al psicólogo cuando nos sentimos mal a nivel interno? Hay un tabú enorme con respecto a los psicólogos, algo que deberíamos eliminar ya de nuestras vidas.
El trastorno dismórfico puede derivar en ansiedad, aislamiento, depresión e, incluso, suicidio. No es que la persona "tenga un bajón"; los bajones emocionales no se prolongan tanto en el tiempo, y no hacen que alguien quiera aislarse en su casa, o no quiera salir sin haberse maquillado antes durante horas. Es algo mucho más grave, un trastorno que debe ser tratado.