Grecia y Macedonia firman la paz tras casi tres décadas de tensión por un conflicto terminológico. La Antigua República Yugoslava de Macedonia (FYROM en sus siglas en inglés), tras lograr su independencia en 1991, decidió utilizar la palabra que hace referencia al Imperio macedónico de Alejandro Magno, y que coincide con el nombre del norte de Grecia, su vecino geográfico.
Grecia se negó a aceptar esa denominación y vetó a Macedonia de la OTAN y de la Unión Europea. Ahora los jefes de gobierno de ambos países se han reunido para poner fin a una terna que lleva demasiado tiempo enquistada.
La llegada del socialdemócrata macedonio Zoran Zaev al poder en 2017 fue clave para facilitar las negociaciones con su homólogo griego, Alexis Tsipras. Oficializaron su buena relación con una reunión en Davos a principios de año, donde Zaev aseguró en un ejercicio de buena voluntad cambiar el nombre del aeropuerto internacional de Skopje y la carretera principal del país, ambos denominados 'Alejandro el Grande'.
Seis meses después, Tsipras visitaba al presidente heleno, Propokis Pavlópulos, con un mensaje que fue retransmitido a la nación: "Tengo buenas noticias. Hemos alcanzado un acuerdo con el primer ministro de FYROM sobre un asunto que nos ha preocupado durante muchos años. Estoy contento porque es un buen acuerdo que satisface todas las condiciones que habíamos puesto por el lado griego".
Dichas condiciones consisten en el calificativo geográfico que adquiere la nueva denominación, cambios en la constitución macedonia y que el nombre sea similar en cualquiera de los idiomas. El término definitivo: República de Macedonia del Norte en castellano, Republika Serverna Makedonija en griego o Republic of North Macedonia en inglés.
Críticas y rechazo por parte de nacionalistas griegos y macedonios
El acuerdo está firmado, pero que se materialice no será fácil. Primero, porque requiere el apoyo de ambos parlamentos y un referéndum entre el pueblo macedonio. Y ninguno de los países apoya con rotundidad la medida.
En el caso de Macedonia, es el propio presidente de la región, Gjorge Ivanov, el que rechaza una modificación constitucional, algo exigido por Tsipras. El 2 de junio, el partido al que pertenece encabezó una protesta por las calles de Skopje contra una reforma del actual nombre del país, seguida por decenas de miles de nacionalistas.
En Grecia las aguas también andan revueltas. A Syriza no lo apoya nadie en el Parlamento, ni siquiera su socio de Gobierno, el partido derechista Griegos Independientes. En este caso, los nacionalistas helenos se mantienen firmes en rechazar que la palabra 'Macedonia', con un bagaje histórico tan importante, se implante en la denominación del país vecino. Las últimas manifestaciones en contra, en Atenas y Salónica, sacaron a la calle a más de un millón de personas.