Existen mujeres que no quieren tener hijos, por mucho que a algunos les cueste entender esta idea. Pero existen otras que además de no querer ser madres, tienen tanto miedo a quedarse embarazadas que incluso dejan de tener relaciones sexuales. Cuando este miedo se vuelve incontrolable y constante se conoce como tocofobia,un trastorno que afecta al 14% de mujeres en todo el mundo según un estudio de la revista médica Acta Obstetricia et Gyneocologica.
No es rechazo o asco a los niños, sino que es más bien miedo a que crezca "algo" dentro de ellas y que su vida no vuelva a ser como antes. Tienen miedo de que sus vidas cambien a peor o que el bebé al que tienen que querer sí o sí, "desgarre" sus cuerpos "como primera acción vital". Esta idea les persigue tanto, que se convierte en una obsesión que les impide relacionarse física y sexualmente con alguien.
Es el caso de Beatriz, que recoge Código Nuevo, una zamorana de 31 años que ha sufrido tocofobia durante dos años, llevándola a no tener relaciones sexuales durante ese tiempo. Este miedo irracional a quedarse embarazada llegó a su vida cuando comenzó a tener relaciones sexuales en la adolescencia, pero explica que quizá se deba a que recibió una fuerte educación religiosa. "La sensación que tenía era la de pensar constantemente: eres adolescente, menuda la vas a liar si te quedas embarazada", explica. Sentía miedo por el qué diría su entorno y este pensamiento no le dejaba disfrutar del sexo de manera plena.
El porqué de la tocofobia
Según cuenta la psicóloga especializada en sexología y terapeuta del Instituto de Estudios de la Sexualidad y Pareja de Barcelona, la tocofobia se debe a experiencias traumáticas, como los abusos sexuales o el parto, y también tienen que ver las "construcciones sociales". Recordemos que se sigue pensando que las mujeres que no quieren ser madres no se realizan del todo y que por tanto no son mujeres. Pensamiento que debemos ir desechando porque la sociedad avanza y las mujeres tienen otras prioridades, todas ellas respetables.
También pueden constribuir a este trastorno el vaginismo, es decir, el dolor que sienten algunas mujeres cuando practican sexo con prenetración o simplemente porque han dejado de mantener sexo con sus parejas, ya que su cuerpo y su mente de manera inconsciente desean prevenir el ser madres.
Puede llegar a ser otro motivo, aunque no esté reconocido médicamente, la tocofobia social. Consiste en escuchar las peores historias que les ha pasado a la gente durante sus embarazos y el parto. Sumado a que hay gente con mucha imaginación, las imágenes que se crean en sus cabezas pueden llegar a ser determinantes para las personas que sufren tocofobia.
Vivir con este trastorno
Beatriz cuenta que tuvo épocas en las que a la hora de mantener relaciones sexuales esporádicas necesitaba tenerlo todo bajo control. "Evitaba los aquí te pillo aquí te mato y sólo utilizaba los condones que yo compraba. Así evitaba quedarme embarazada por si estaban caducados o rotos. Sólo así me soltaba y disfrutaba", relata.
Las otras formas que emplean las mujeres que sufren tocofobia para no quedarse embarazadas consisten en utilizar varios métodos anticonceptivos de manera simultánea. También suelen decirles a sus parejas que son estériles y en realidad llevan el DIU o simplemente no tienen relaciones sexuales, con o sin penetración.
La decisión de no mantener relaciones sexuales fue la que tomó Beatriz cuando con 25 años se fue a trabajar a Estados Unidos como au pair (niñera). Su contrato le especificaba que si se quedaba en estado de gestación sería expulsada de el país y no lo dudó: evitó cualquier contacto físico con nadie. Sin embargo, su miedo era más por la idea de abortar que suponía quedarse embarazada y no querer tener hijos.
"No quiero tener hijos y por tanto tendría que abortar. Aunque jamás he visto cómo es un aborto ni lo he vivido en nadie de mi entorno cercano, en mi cabeza es un proceso terrible y muy doloroso. En el fondo tengo mucho miedo a ese dolor", confiesa Beatriz.
¿Soluciones?
Para la zamorana esta obsesión comenzó a desaparecer cuando a su regreso de Estados Unidos sabía que ya nada le impedía disfrutar del sexo y se enfrentó a su miedo. "Pensé en que ya no tenía barreras y que me gusta mucho el sexo y debía recuperar la normalidad", revela. ¿Cómo lo consiguió? Acudió a un amigo de confianza para superar su miedo y volvió a tener sexo después de mucho tiempo.
"Me ayudó mucho hacerlo con él porque pensaba que si en cualquier momento tenía que parar o dejarlo estar podría hacerlo. Y poco a poco retomé mi vida sexual", sentencia Beatriz.