Hanau, una de las ciudades de Hesse, en Alemania, sufrió la noche del pasado 19 de enero una pesadilla que, como indica su alcalde, Claus Kaminsky, los atormentará durante mucho tiempo.
Tobias R., un alemán que poseía la licencia de armas, decidió irrumpir ayer en dos bares de la ciudad, frecuentados normalmente por extranjeros kurdos, y disparar a cuantos pudo.
A las diez de la noche aparcó delante del bar shisha Midnight. Durante aquel primer tiroteo mató a tres personas y dejó a cinco heridos graves. Tras ello, arrancó el motor del coche, del que ni siquiera salió, para dirigirse al distrito de Kesselstadt. Allí abrió fuego en otro bar similar, y asesinó a otras cinco personas.
A lo largo de la noche, el número aumentó a once. Varios de los heridos fallecieron en el hospital. Tras la matanza, Tobias R. caminó a su casa, a un par de manzanas del lugar, y se suicidó. La policía encontró una carta de confesión y un vídeo en su apartamento.
Tobias R. expresaba en los mismos la necesidad que sentía de destruir a personas que no podía expulsar del país. Además, junto a él fue encontrado otro cadáver, aunque la policía considera que actuó en solitario. Se cree que con toda probabilidad las personas halladas fueran el autor de la matanza y su madre, a la que habría asesinado antes de quitarse la vida.
En el coche de Tobias encontraron munición y restos evidentes de los disparos. "Estamos consternados, no podemos explicarnos que en nuestra tranquila ciudad de cien mil habitantes haya ocurrido esta pesadilla", alegaba el alcalde socialdemócrata Kaminsky.
"En medio de la tragedia hay que felicitar a la policía, cuya reacción los ataques fue inmediata y permitió hallar al atacante en solo unas horas, y a los ciudadanos, que han cumplido ejemplarmente con la petición de despejar los dos barrios y permanecer en sus casas".
Un racismo extendido
"Salíamos de la Plaza Kirt Schumacher cuando escuchamos los disparos", relataba a la radio local Anna G., una de las testigos. "Al principio ni siquiera estábamos seguros de que fueran disparos, pero cuando nos aproximamos a la puerta del bar vimos desde fuera los cuerpos tendidos en el suelo y gente ensangrentada gritando. Mi amiga llamó a la policía, otras personas llamaron también al 112 y en pocos minutos estaban allí. Yo diría que había unos veinte coches patrulla. Queríamos ayudar a los heridos, pero los agentes nos pidieron que abandonáramos la zona, que nos fuéramos a la casa más cercana y permaneciésemos allí".
Las autoridades requisaron el ordenador y los diferentes dispositivos móviles del atacante para establecer con más precisión las causas de los tiroteos, aunque creen evidente que son crímenes racistas procedentes de la extrema derecha, una amenaza real desde el asesinato de un diputado del partido de Angela Merkel favorable a los migrantes.
Y no solo eso, un fin de semana antes de esta matanza, 12 miembros de un grupúsculo de extrema derecha fueron arrestados como parte de una investigación antiterrorista. Habrían planeado ataques a gran escala contra mezquitas, imitando al autor del atentado en Nueva Zelanda, que en marzo de 2019 acabó con la vida de 51 personas y lo transmitió en directo. Asimismo, en octubre otro extremista intentó atacar una sinagoga en Halle. Y no solo eso: en Dresde ocho neonazis están siendo juzgados por haber planificado ataques contra extranjeros y políticos, y actualmente los servicios de inteligencia del país vigilan a unas 50 personas, vinculadas al movimiento extremista de la derecha y consideradas "un peligro para la seguridad del Estado".