Las elecciones británicas de este jueves 8 de junio han brindado un resultado claro: la conservadora Theresa May gana con holgura, pero sin la mayoría absoluta necesaria para negociar el Brexit a su antojo.
A pesar de comenzar en las encuestas con 20 puntos de distancia con su rival directo, Jeremy Corbyn (Partido Laborista), la gestión de May de los recientes atentados y los recortes en seguridad nacional que realizó previamente han sido claramente castigados en estas elecciones.
Frente a la mayoría absoluta heredada de su antecesor en el cargo, David Cameron, la actual premier británica pierde hasta 12 escaños y se queda en 314.
Por otro lado, Corbyn, que esperaba un batacazo en los resultados, ha conseguido remontar de manera flagrante y ha conseguido aumentar la presencia en el Parlamento en hasta 29 escaños. Todo ello ha llevado al líder socialdemócrata a solicitar la dimisión de May: "perdió escaños conservadores, perdió votos, perdió respaldo y perdió confianza. Yo diría que es suficiente para marcharse".
Un Brexit blando
Teniendo en cuenta la actual composición de la cámara, Theresa May se verá obligada a negociar con el resto de formaciones la postura a adoptar con Bruselas durante las futuras negociaciones del Brexit, para las que quedan tan sólo 10 días.
May hizo esta apuesta con el fin de lograr una clara mayoría absoluta que la respaldase de cara a Bruselas para reclamar todo aquello que considerara. El actual resultado le obliga a negociar. La actual primera ministra ya afirmó en Twitter lo siguiente: "Si pierdo seis escaños, perderé las elecciones y Jeremy Corbyn se sentará a negociar con Europa". En esta cita electoral ha perdido doce. Ahora queda ver si cumplirá o no su palabra.
Los laboristas apuestan por un Brexit blando, que garantice por ejemplo, la completa seguridad jurídica para los ciudadanos comunitarios que viven en las islas. Por otro lado, los socios tradicionales de los conservadores, los liberales, se han mostrado completamente contrarios a la salida del eurogrupo y han apostado por repetir el referéndum de salida para ratificar la decisión de los votantes.
Los únicos que apostaban por un Brexit duro como May, la UKIP, ha perdido tanta fuerza que, directamente, no ha entrado con representación en el Parlamento, toda un batacazo para una fuerza que aspiraba a ser determinante en la política inglesa.
Todo ello se puede interpretar como una señal de que los votantes esperan que las negociaciones con Bruselas sean mucho más laxas, aunque los expertos han fijado como clave la gestión de la seguridad que ha realizado May. Hay que recordar que la presidenta ejerció previamente como Ministra del Interior durante el gobierno de David Cameron.
El referéndum de Escocia, lejos de materializarse
Quienes también se posicionaron totalmente en contra del Brexit fueron los nacionalistas escoceses, representados por el SNP de Nicola Sturgeon. Tras el fracaso del referéndum de autodeterminación, su partido reclamó a Londres la realización de otra consulta ante el cambio de situación que implicaba la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Sin embargo, esta postura no ha contado con el apoyo de los votantes, haciendo que la formación pierda hasta 21 escaños en el Parlamento, cuando el PNE tenía como objetivo, al menos, mantener la cifra histórica de 56 asientos que había conseguido en la anterior cita electoral.
Todo ello pone en una situación de debilidad a Sturgeon para reclamar la repetición de la consulta ante Londres, a pesar de que el voto útil hacia Corbyn (mantienen las mismas posturas fiscales o en materia de servicios sociales), puede haber sido un completo lastre para los nacionalistas escoceses.
Posible Gobierno alternativo
Ahora queda esperar a la posibilidad de que los laboristas inicien las negociaciones para plantear un acuerdo de gobierno con la oposición que pueda provocar un gobierno alternativo. Para la firma de estos acuerdos, sería necesario plantear la repetición del referéndum del Brexit y de la consulta de independencia para ganarse la confianza de liberales y del SNP.
Sin embargo, la política tributaria es una gran piedra en el camino entre socialdemócratas y liberales, que mantienen posturas totalmente encontradas en materia económica.
Por todo ello, las negociaciones para la formación de Gobierno se antojan muy complicadas. Toda esta incertidumbre ya ha provocado que la libra haya caído hasta un 2% en los mercados.
