Cambiar el mundo antes de que sea demasiado tarde. Ese es su objetivo y también su motivación. Greta Thunberg es conocida en la actualidad por ser una de las activistas medioambientales más prolíficas de toda una generación que lucha por hacer del mundo un lugar mejor. Ha recorrido los principales escenarios del mundo en torno a la cuestión y espera que su voz se reconozca y también se escuche más allá de las fronteras del Riksdag, el parlamento sueco. Ciertamente, así ha sido.
Acude allí donde la requieren. Fue capaz de sentarse en la ONU y también ante el Foro Económico de Davos para alzar la voz contra el cambio climático y apelar al cambio. Un cambio del que todo el mundo es partícipe y hará de la Tierra un lugar mejor si todos nos lo proponemos y aportamos nuestro granito de arena. Con su ya reconocible cartel bajo el brazo, que reza la frase "Huelga escolar por el clima" (en sueco, "Skolstrejk för Klimatet") le ha plantado cara al sistema y a los grandes líderes mundiales.
Se mueve en coche eléctrico y no come carne, contribuye como puede a la causa y es que, desde hace bien poco, ha decidido tomarse un año sabático para luchar por aquello que pretende conseguir. Un mensaje que según sus padres, Malena Ernman y Svante Thunberg, debe llegar a todo el mundo. Lo hará próximamente gracias a la traducciones del libro 'Scener ur Hjärtat' ('Escenas desde el corazón'), lanzado al mercado sueco en 2018. Aunque parece que ya lo está consiguiendo, incluso hasta el mismísimo Trump le desea el mejor de los futuros, aunque no sabemos si lo hizo irónicamente.
Después de sufrir bullying en la escuela, la joven Thunberg descubrió que era el momento de parar, de que el mundo dejara de estropearse a sí mismo. Fue diagnosticada con síndrome de Asperger y trastorno obsesivo compulsivo, pero eso no le hizo parar tras ver un vídeo de la Isla de plástico en el Océano Pacífico. Al contrario, Thunberg se ha mantenido en pie con más consistencia que nunca. Huelgas, manifestaciones, movimientos y charlas TED por todo el mundo.
Juventud por el clima y Fridays For Future no serán los únicos manifiestos de la joven, como tampoco lo será su última intervención en la ONU, durante la cumbre mundial a favor de la acción climática, el pasado 23 de septiembre de 2019. Todo esto y más le valió para obtener una nominación al Premio Nobel de la Paz y también para ser nombrada como una de las personas más influentes del 2019, según la revista TIME.
A sus 16 años, además de haber todo un reto, es absolutamente e innegablemente admirable y honroso su gesto. Sin embargo, hay quienes no piensan igual y creen que detrás de las acciones y pensamientos de Greta Thunberg, existen grupos de presión que se lucran de la buena voluntad de la niña. La adolescente representa a las nuevas generaciones, a una juventud consciente, proactiva con temor latente a sufrir las consecuencias del cambio climático.
Además de simpatizantes y admiradores fuera de esos círculos, la joven se ha ganado multitud de seguidores en todo el mundo, aunque también hay quienes condenan sus acciones tras negar cualquier impacto del cambio climático en el entorno. Por otro lado, también está la ultraderecha, que la acusa una y otra vez de "apocalíptica" y de ser el artífice o el comienzo del fin. Aunque sorprenda, Greta Thunberg también genera odios y es que cualquier ápice de poder sobre la sociedad, conlleva este tipo de reacciones. Así es como estamos construidos y como se mueve el mundo.
No sabemos si así lo piensa, pero Dominic Green, autor de un amplio reportaje en el diario británico The Times, ha puesto de manifiesto lo que supone que la hija de la representante sueca en Eurovisión 2009 llene las portadas de periódicos, revistas, medios digitales e informativos. Según él, todo tiene sentido ahora, un porqué. Formar parte de la agenda setting tiene un precio y según Green, alguien se lo está pagando a Thunberg, ya que al parecer, determinados lobbies estarían lucrándose de su activismo para su propio beneficio. Green se atreve a asegurar que "grupos de presión verdes, relaciones públicas, eco-académicos y un grupo de expertos fundado por Kristina Persson, una poderosa exministra socialdemócrata sueca, vinculado a las principales compañías energéticas del país" estarían usando su figura y la de sus padres como "la cara de su estrategia política para ecologizar las economías occidentales".
¿Estrategia de altos cargos suecos?
El columnista se remonta a los inicios de Thunberg, cuando se volvió viral y dio el salto al activismo a favor del medioambiente, cuestionando la veracidad de la historia contada por Malena Ernman y Svante Thunberg. Lo que todos conocemos es que ella se posó a los pies del parlamento, en Mynttorget (Estocolmo), y de esta manera se ganó la portada del Dagens Nyheter. Sin embargo, todo fue gracias a Ingmar Rentzhog, un magnate sueco, que fundó la plataforma We Don't Have Time e hizo que todo el mundo fuera consciente de las hazañas de la joven sueca.
Dominic Geen ha decidido sacar a la luz cómo ocurrió y es que al parecer, Rentzhog se presentó en el lugar al que había acudido la pequeña tras ser informado por e-mail de la mano de Bo Thorén, un activista local del grupo Fossil Free DaIsland. También conocía a Ernman, pues ambos coincidieron en unas jornadas contra el cambio climático "tres o cuatro meses antes de que comenzase todo".
Según el periodista, nada ocurrió por casualidad. Thorén entró en contacto con Greta tras haber ganado un concurso de escritura en el diario Svenska Dagbladet y así es como se puso al tanto de las intenciones de la pequeña, a la que dio la original idea de realizar la huelga de estudiantes que todo el mundo atribuye a Thunberg. Incluso Greta reafirmó las palabras de Green y asumió ante la opinión pública cómo conoció a Thorén: "Me gustó la idea, por lo que la desarrollé y traté de que se me unieran más jóvenes". Una lluvia de críticas se cernió sobre ella, por lo que tuvo que salir al paso de las especulaciones y explicó que organizar la marcha estudiantil por su cuenta fue la única manera de que esta saliera adelante.
Ante las acusaciones, Rentzhog ha querido dejar claro que no fue el creador ni el pensador de la actividad de Greta Thunberg, que todos conocemos hoy en día. "Solo he ayudado a difundir sus acciones a una audiencia internacional", se defendía. La investigación de Green quiso ir más allá en la historia y asimismo, descubrió que Ingmar tenía un socio, David Olsson, con el que mantuvo cierta influencia en el mundo financiero, entre los que se incluyen fondos inmobiliarios o corporaciones de inversión, pero no en lo que respecta a la ecología. Además, se convirtieron en los altos mandos de la think tank Global Challenge, cuya fundadora, la anteriormente mencionada Kristina Persson, heredó grandes industrias y fue ministra de Desarrollo Estratégico en el Ejecutivo sueco entre 2014 y 2016.
De esta manera, tanto Rentzhog, Olsson, como Persson, estuvieron también asesorados por Catharina Nystedt, ex directora ejecutiva de Swedish Water, consejera de la Agencia Internacional de Energía y exvicepresidenta de ABB. Por otro lado, también es miembro de Sustainable Energy Angels, una empresa de capital de riesgo de energía verde, de la que forman parte los mandamases del sector energético del país.
Basándose en las declaraciones de Rentzhog y en la investigación dirigida hacia él, el periodista de The Times descubrió que este había ayudado a Greta a darse a conocer, algo que como sabemos, ella ha reiterado en el pasado. Vuelve a ponerlo de manifiesto para constatar que "cuando Greta lo conoció, ya era el presidente asalariado de un grupo de expertos privado propiedad de una exministra socialdemócrata con experiencia en el sector energético. Su junta estaba repleta de poderosos intereses sectoriales, incluidos políticos de carrera, líderes sindicales y lobistas con vínculos en Bruselas. Y la vicepresidenta de su junta, Nystedt, era miembro de uno de los grupos de inversión en energía verde más poderosos de Suecia".
Las pruebas están ahora sobre de la mesa, al menos según lo descubierto por el columnista, aunque reconoce que Svante Thunberg le confesó que ni su hija ni él, ni tampoco su esposa habían colaborado con Global Challenge, aunque sí habían hecho labores de consultoría para We Don't Have Time, cuyo discurso mantiene puntos similares a los proclamados por Greta.
Tanto We Don't Have Time como Global Challenge lanzaron un plan, en concordancia con los alegatos de Thunberg, apelando a que los gobiernos deben ecologizar el uso de la energía global siguiendo un modelo de inversión masiva del gobierno y una legislación de emergencia.
Greta Thunberg es completamente ajena a la participación en estos lobbies verdes y energéticos, al menos así lo confirma la cantante sueca y su marido. Ella misma se basta para defenderse de las acusaciones: "A mucha gente le encanta difundir rumores de que hay otras personas detrás de mí o que me pagan o usan para hacer lo que hago. No hay nadie detrás, excepto yo misma. No soy parte de ninguna organización. Algunas veces apoyo y coopero con varias ONGs con las que trabajo sobre el clima y el medioambiente. Pero soy absolutamente independendiente y solo me represento a mí misma. Hago lo que hago completamente gratis, no he recibido dinero ni promesa de pagos futuros".
A pesar de todo, Green no se lo cree y acusa a los "titanes de la energía en Suecia" de querer hacerlo utilizando a Thunberg para conseguir contratos gubernamentales alegando querer "salvar el planeta" con "tácticas de miedo populistas" y "una cruzada de niños para evitar a los representantes electos". "Greta, una hija del capitalismo despierto, está siendo utilizada para facilitar la transición al corporativismo verde".