Estudiante universitario, 26 años y condenado a 9 años de prisión por acosar sexualmente a menores de edad a través de internet y consumir pornografía infantil. Así es este joven al que Telecinco ha entrevistado y al que nombran como Marcos.
Ya ha pasado dos años en prisión preventiva y actualmente está en libertad a la espera de cumplir condena. Se le interpuso la denuncia cuando tenía 22 años y después de dos años su abogado logró que saliera de prisión demostrando que no había riesgo de reincidencia y así pudiera seguir estudiando.
Marcos comenzó un tratamiento en el Instituto de Psicología Forense, donde conoció a Antonio Andrés Pueyo, su supervisor y psicólogo. El joven espera que su testimonio pueda ayudar a otros que se encuentren en una situación similar y así se pueda evitar un delito antes de cometerse.
Una ruptura comenzó todo
La atracción de Marcos por los menores comenzó tras terminar una relación de año y medio con su pareja, lo cual le empezó a ocasionar dificultades para relacionarse con gente de su misma edad. "El contacto con menores vía internet me ofrecía esas relaciones que era incapaz de conseguir en carne y hueso, además era yo quien llevaba el control de la situación", cuenta el joven.
Según dice, siempre hablaba con los menores cuando estaba solo en casa o sabía que no le iban a molestar. A pesar de sus actos, se sentía arrepentido desde el primer momento por lo que estaba haciendo y nunca se planteó ir más allá y "consumar sus deseos".
El apoyo de la familia y el rechazo de los amigos
Marcos destaca lo difícil que fue para su familia el descubrimiento de su delito, aún así, "el entorno familiar, a pesar de la dura situación, ha estado siempre a mi lado ofreciéndome todo tipo de ayuda".
En cuanto sus amigos, "hubo una parte que decidió romper con nuestra amistad, cosa que respeto y entiendo, y otra parte que me ofreció todo su apoyo incondicional". Y es que para él, este tema "está muy mal visto, y lo entiendo, aunque a veces la sociedad hace juicios sin conocer las circunstancias de cada caso".
Una nueva actitud
"¿Deseó alguna vez estar muerto?", le preguntó la entrevistadora, a lo que él contestó que no: "Ni antes de que se conociera mi situación, ni después". Marcos tiene una actitud renovada, pues antes se consideraba "una persona que aceptaba tener un problema pero era incapaz de solventarlo por sí mismo", pero ahora es "alguien que ha aprovechado la segunda oportunidad que le ha ofrecido mucha gente".
Su mayor problema siempre fue que "aun siendo consciente de que estaba haciendo algo mal, era incapaz de solucionar el problema que tenía", pero siempre sentía que estaba haciendo algo mal.
La ayuda psicológica
Antonio Andrés Pueyo y el equipo que trató a Marcos tienen a sus espaldas más de 20 años de trabajos con pedófilos y pederastas, con programas de "autocontrol", "educación sexual", "empatía", "respeto a la víctima" y corrección de las "creencias falsas y los mitos que justifican el delito".
La manera de evitar un delito de este tipo, sobre todo por parte de la víctima, es que "los padres o el entorno busquen ayuda cuando saben que ha pasado algo". Por otra parte, el pedófilo tiene que estar alerta cuando vea "una obsesión por consumir pornografía infantil o ir insistentemente a lugares donde hay menores".
Normalmente suele parecer difícil que un pedófilo o pederasta se reinserte en la sociedad, pero Pueyo asegura que "el pronóstico es negativo si no se hace nada, pero si se trata pueden llegar a tener un control". Estos condenados no suelen tener "la imagen de la persona excluida socialmente, pueden estar integrados a la perfección".
Antonio Andrés Pueyo achaca el origen de este problema a un deficiente desarrollo sexual: "Aquellas experiencias que se han sufrido, lo normalizamos y repetimos la conducta. Es un problema madurativo, generalmente es un proceso que se da en la preadolescencia. La socialización es muy importante. Es un proceso de identidad que se va desarrollando con la sexualidad".