La relación entre el sexo y la iglesia católica siempre ha sido bastante compleja. Esta religión se ha opuesto al placer humano casi desde sus comienzos, es por esto que en el siglo XX halló un aliado en el oscurantismo. Este "método científico" se basa en prevenir la masturbación masculina con una serie de prácticas aterradoras. La ciencia fue utilizada de una mala manera para atemorizar a las personas, ayudando a la intención de la iglesia católica de la privación de este placer sexual.
Así lo ha demostrado Mary Roach, una divulgadora científica que en su libro 'Bonk, una historia cultural del sexo visto desde la ciencia' muestra cómo se trataba de evitar la masturbación con métodos que podían llegar a ser extremadamente dolorosos. Muchos de ellos fueron establecidos por el "medico" William Robinson. En 1916 publicó un libro en el que trataba de acabar con la masturbación de los hombres, ya que para él esta forma de placer era vista como una enfermedad.
Dolorosos métodos con los que evitar la masturbación
Muchos de estos terroríficos métodos provienen del libro de Robinson. Este era partidario del uso del anillo peneano. Se trataba de un anillo de metal con púas que se colocaba a los niños y a los hombres en instituciones mentales de la época. Este artilugio infringía dolor al pene cuando se expandía, algo bastante inhumano, ya que durante el periodo normal de sueño el miembro viril tiene varios ciclos de erección inconsciente. Robinson también llegó a aplicar una técnica "preventiva" en niños que consistía en aplicar cables al rojo vivo en los genitales.
Parece que para el "científico", la prevención del despertar sexual prematuro de los niños era algo de gran importancia. Es por esto que recomendaba a los padres mantener alejados a los niños de "música sensual y de comedias musicales con actos obscenos", ya que muchos de sus pacientes le dijeron que su primera masturbación tuvo lugar en uno de esos shows musicales.
Robinson no fue el único "doctor" que apostaba por estos métodos, ya que Crommelinck prescribía a sus pacientes memorizar pasajes difíciles de filosofía o historia cuando se vieran expuestos al deseo de masturbarse. Este además recomendaba a los hombres evitar tocar sus propios genitales, incluso cuando orinaban: "Orina rápido, no agites tu pene, aunque ello signifique que algunas gotas de orina caigan dentro de tus pantalones", afirmaba con rotundidad Crommelinck.
Una mentira médica
Este tipo de métodos con los que evitar la masturbación se podrían llegar a entender, ya que la "literatura médica" de principios del siglo XX afirmaba que la masturbación podía provocar estos daños a la salud: Impotencia, ceguera, enfermedades cardíacas, locura, estupidez y "pústulas supurantes en el rostro".
Afortunadamente la ciencia avanzó y con ello la sociedad. Gracias a sus descubrimientos sabemos que la masturbación masculina es saludable, ya que si los espermatozoides permanecen más de una semana dentro del cuerpo pueden desarrollar anormalidades, como perder la cabeza o desarrollar cabezas extras. Esto reduce la efectividad de estos a la hora de la fecundación.