2018 puede suponer el comienzo del fin de una era. El tequila está en peligro. El agave, la planta con la que se produce el producto, sufre una escasez preocupante que podría traer consecuencias devastadoras para los amantes del licor mexicano.
Precisamente en el norte de México y en el sur de EEUU es donde se cultiva el agave. Para convertirlo en tequila, la planta necesita madurar hasta siete años, momento en el que se lleva a cabo la fermentación y destilación hasta obtener el líquido. La creciente demanda de los últimos años ha provocado que no haya plantas suficientes para abastecer todo el consumo de tequila, por lo que la industria del sector ha entrado en crisis.
Ante la falta de agave de siete años, los productores están empezando a utilizar plantas más jóvenes, que producen menos cantidad de tequila al estar menos preparadas. Por lo tanto, el círculo continúa, y la escasez, también.
El agave, un bien preciado (y robado)
Según datos del Consejo Regulador del Tequila, en apenas dos años el precio del agave se ha multiplicado por seis. Este hecho no solo provoca que cada vez menos empresas puedan asumir los costes sino que, también, los ladrones hayan encontrado en esta planta una buena forma de ganar dinero fácil.
De nuevo basándonos en las informaciones del Consejo Regulador del Tequila, el incremento del precio de este producto está íntimamente ligado a una mayor fijación de los cárteles mexicanos en él. En 2017 se robaron 15.000 plantas de agave, el triple que en 2016. El procedimiento suele ser siempre el mismo: los camiones asaltan las plantaciones en mitad de la noche y recogen tantas plantas como pueden. Luego venden el producto con precios inflados para especular debido a la escasez de la planta.
¿Qué futuro le espera al tequila?
Según los primeros pronósticos, de 2018 al 2021 la crisis seguirá en aumento. Para entonces estaría lista una nueva remesa, lo que calmaría un poco la situación. Sin embargo, parece evidente que tal y como está montado actualmente el negocio del tequila, y con su proyección internacional, es inviable que se mantenga en las mismas condiciones.
Muchos pequeños empresarios o productores tendrán que abandonar su interés en este producto, cada vez más encarecido. Veremos, por lo tanto, una oligarquía de empresas alrededor del tequila, y un licor destinado a ir subiendo de precio para el consumidor de manera progresiva.
En unos años, el tequila podría llegar a desaparecer, aunque lo más probable es que se convierta en una bebida de lujo, disminuyendo así la demanda. El presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Tequila ya ha dado los primeros pasos en esta dirección, al afirmar que "no tiene sentido que el tequila sea una bebida barata porque el agave necesita una gran inversión". Lo único que podemos hacer es aprovechar hasta que esto suceda.