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"Tenía 11 años y un sacerdote destruyó mi vida": el testimonio de una víctima ante el Papa

En la reunión sobre abusos a menores convocada por el Papa Francisco.

Una mujer italiana dejó reflexionando a los líderes de la Iglesia católica reunidos en el Vaticano para hablar del abuso infantil en el seno de la institución"Buenas tardes, quería contarles de cuando era una niña. Pero es inútil hacerlo porque cuando tenía 11 años un sacerdote de mi parroquia destruyó mi vida", confesó la mujer en una publicación que más tarde sería escuchada en el propio Vaticano.

"Todas las veces en las que él me bloqueaba a mí, niña, con una fuerza sobrenatural: yo me paralizaba, me quedaba sin respirar, salía de mi cuerpo, buscaba desesperadamente con los ojos una ventana para mirar hacia afuera, esperando que todo terminara. Pensaba: 'si no me muevo, de repente no sentiré nada; si no respiro, de repente podría morir'", explicaba ésta sobre su horrible y horripilante recuerdo del pasado.

La Iglesia recibió hasta seis testiomonios más de abusos

Pero esta mujer no ha sido la única en sacar a relucir las vergüenzas de la Iglesia. Y es que en esta reunión que decretó el Papa Francisco, hasta seis mujeres más testimoniaron sobre los abusos sufridos en su infancia por parte de miembros de la Iglesia. Unas jornadas que concluyeron con una misa y que retrataron lo más oscuro del clero. Pese a haber reconocido la culpa, las víctimas aún esperan medidas concretas.

El Papa Francisco quedó atónito con la confesión de la joven
"El Papa Francisco quedó atónito con la confesión de la joven"

"¡Seguramente habrá sido culpa mía!, ¿me habré merecido este mal?", explicaba la mujer sobre los pensamientos que tenía cuando era niña y no comprendía nada de lo que le estaba sucediendo. "Sentía que ya no valía nada, ni siquiera que existía. Solo quería morir: lo he intentado... no lo he logrado", prosiguió la mujer en un testimonio que encogía el corazón de los 190 participantes de las jornadas.

De hecho, la joven confesó que esos abusos fueron continuos durante cinco años más y "nadie se dio cuenta". "Para no hacerme sentir el dolor, el asco, la confusión, el miedo, la vergüenza, la impotencia, el no ser adecuada, mi mente ha removido los hechos ocurridos, ha anestesiado mi cuerpo colocando distancias emotivas con respecto a todo aquello que vivía causando en mí enormes daños", seguía con su confesión. "Creo que una presencia femenina sería una atención necesaria e indispensable para acoger, escuchar y acompañar a nosotros víctimas", concluía.

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