La tauromaquia muere en España. Y sin aumentar los vetos o las prohibiciones. Simplemente, la mayor concienciación social en torno al bienestar de los animales ha provocado un descenso progresivo de fieles con dos consecuencias importantes: indiferencia sobre esta práctica en los medios de comunicación y plazas de toros vacías con menos espectáculos anuales.
En este punto, el relevo generacional está siendo básico. Según una encuesta de Ipsos Mori, el 84% de los jóvenes españoles se sienten avergonzados de vivir en un país taurino. Si extendemos el estudio a todo el espectro, podemos contar con las cifras del último sondeo elaborado por Sociométrica para El Español en 2019: un 56,4% de los españoles están en contra y solo un 24,7% se muestran a favor.
Junto con la opinión generalizada, también cabe conocer datos más concretos. Por ejemplo, la asistencia a espectáculos taurinos, de toda índole, ha descendido un 15% en los últimos cuatro años, según una encuesta de hábitos y prácticas culturales del Ministerio de Cultura.
Por otro lado, la celebración de este tipo de eventos se ha desplomado en un 50% durante la última década y a ello se suman las regulaciones en contra que intentan implementar varias comunidades autónomas sin éxito, puesto que la tauromaquia está protegida como patrimonio cultural.
El último movimiento de calado se ha producido en la Cadena SER, donde el programa 'Los Toros', referencia de la tauromaquia en los medios de comunicación, ha sido cancelado tras 39 años en antena.
Al contrario de lo que han especulado algunos de sus colaboradores, el final del formato no se ha producido como consecuencia de la llegada del nuevo gobierno. Si no que, realmente, ha sido el efecto de un desplome en audiencias que ha vivido el programa referencia de esta práctica: frente a los 400.000 oyentes que registró en la tercera ola de 2013, en la actualidad superaba por la mínima los 100.000.
Pero el movimiento en la Cadena SER no es único. Históricamente, todos los medios de comunicación han contado con una sección de toros, todas las radios y televisiones dedicaban un espacio a esta práctica y reservaban espacio en sus informativos. Con el paso de los años, ese espacio se ha ido reduciendo y ha quedado relegado, prácticamente de manera residual, a un puñado de medios especializados y regionales.
Todo ello también ha provocado la caída de las antiguas figuras meteóricas relacionadas con el mundo mediático de los toros. Periodistas como Miguel Ángel Moncholi, despedido de Telemadrid y subdirector de 'Los Toros' en sus primeros años, o el propio Manolo Molés, el presentador del formato que acaba de despedirse.
¿Un reflejo de la sociedad?
En este caso, queda cuestionarse si la caída que está experimentando la tauromaquia en España es un fiel reflejo de la sociedad que se está conformando y si realmente cae el interés de los ciudadanos en esta práctica.
Para ello, podemos remitirnos al único espacio íntegramente dedicado a los toros que actualmente se emite en una televisión nacional: hablamos de 'Tendido cero', emitido en La 2 cada sábado por la mañana. ¿Su audiencia? El pasado 18 de enero registró una cuota de pantalla del 1,8% y 169.000 espectadores. Unos datos que, difícilmente, harían que el programa fuera rentable en una televisión privada.
Lo cierto es que, en la actualidad, la caída de asistentes y la indiferencia en los medios de comunicación han provocado que el mantenimiento de la tauromaquia dependa, en gran medida, de las subvenciones. Los Presupuestos Generales del Estado de 2019 contemplaron una subvención de 65.000 euros, así como una ayuda de 35.000 euros a la Fundación Toro de Lidia para promocionar esta práctica a través de internet.
Pero la puntilla a este aporte puede llegar tras el acuerdo firmado entre PSOE y Unidas Podemos. La formación morada ha conseguido el control de la primera Dirección General de Protección Animal y ha firmado un pacto en el que se incluyen medidas en esta materia.
Pablo Iglesias ha repetido en varias ocasiones que apuesta por retirar todo tipo de financiación pública a esta materia. ¿Esta sería la puntilla definitiva para la supervivencia de la tauromaquia? ¿Es una práctica superada socialmente que se mantiene de forma artifical con fondos públicos? Ese será, quizás, uno de los debates que se enfrentará durante la presente legislatura.