Taiwán se convertirá en el primer país asiático en permitir explícitamente el matrimonio igualitario. Así lo ha considerado la Corte Suprema de Justicia, que ha declarado inconstitucional la restricción del matrimonio a uniones de personas de distinto sexo y ha exigido al Gobierno que legalice de manera clara las uniones de parejas gays y lesbianas.
Sin embargo, la modificación no será inmediata, sino que se ha establecido un plazo de dos años para que sea aprobada, tal y como ha anunciado el secretario general de la corte, Lu Tai-lang, que ha anunciado la decisión en una rueda de prensa.
Con este gesto, Taiwán se convierte en el primer país de todo su continente en legalizar las uniones civiles entre personas del mismo sexo, un gesto que puede sentar un precedente en un continente en el que formar parte de la comunidad LGTBI aún puede suponer un grave problema.
Países como Afganistán aún condenan a muerte a aquellos que hagan pública su homosexualidad, y otras regiones como Chechenia se han encargado de iniciar una persecución y eliminación de todos aquellos que hayan declarado públicamente su interés por las personas del mismo sexo.
En cuanto al Extremo Oriente, Malasia cuenta con el peor marco para las personas homosexuales. Los recientes escándalos de corrupción que han sacudido al partido laicista, han derivado en que las fuerzas islamistas hayan controlado el gobierno y hayan impuesto la sharía en algunas regiones del país.
Mientras tanto, la persecución contra los homosexuales se está intensificando y la visión más rigorista del islam se está imponiendo de manera flagrante sobre toda la sociedad.
Cerca de Taiwán, en Indonesia, una pareja fue condenada a 80 latigazos por un simple delito: quererse. Sus vecinos se encargaron de entrar por la fuerza en su casa, grabarles mientras mantenían relaciones sexuales, retenerles contra su voluntad, y llamar a la policía para que les detuviera.
Por todo ello, la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Taiwán puede suponer todo un cambio para una región en la que la normalización y la igualdad de derechos se encuentra aún muy lejos de convertirse en realidad.