Anthony Dickerson, un niño de dos años, ve cómo el tiempo corre en su contra: necesita un trasplante de riñón de manera urgente y su padre, único donante efectivo, está encerrado en prisión.
La operación, que había sido programada para el próximo 3 de octubre, ha sido cancelada de manera indefinida a la espera de que el juez determine una situación. El problema, en este caso, es que la situación es crítica.
El pequeño nació sin riñones, y necesita de cuidados especiales en el Hospital Universitario de Emory para poder sobrevivir: "Hacen esto por su padre, sin embargo, esto no va con su padre, es por nuestro hijo", ha relatado la madre del menor, Carmellia Burgess.
La detención del progenitor se produjo el pasado mes de septiembre porque había incumplido un punto de su libertad condicional: poseer un arma de fuego. El padre, conocido también como Anthony, había sido detenido en 2011 por delitos menores de robo y falsificación en primer grado.
El Hospital ha remitido una carta a la prisión para pedir un permiso especial con el que practicar la intervención, pero las autoridades penitenciarias se niegan a tramitarlo. "Volveremos a evaluar al señor Dickerson en enero de 2018 después de recibir su documentación completa", ha asegurado el juez. El problema es que, quizás, no haya tanto tiempo.
"Sólo tiene dos años, no se merece esto. Llevamos demasiado tiempo esperando", ha relatado la madre. Mientras tanto, la familia ha comenzado una campaña que ya ha cosechado 25.000 firmas para que la Justicia acelere un proceso del que depende la vida de un menor.
Por otro lado, han iniciado una campaña en la plataforma GoFundMe con la que han conseguido recaudar 5.150 dólares en tres días y con la que pretenden financiar los gastos médicos del menor.