Mikhail Fridman esperó y finalmente cumplió con su objetivo. Con las acciones encadenando mínimos históricos, a 0,30 euros y con una cúpula incapaz de ejecutar las reformas necesarias, finalmente ha habido oferta de OPA y la llegada de la vía de salvación más próxima para la empresa.
La propuesta se ha consumado esta semana. Fridman ha lanzado una oferta a través de su grupo LetterOne para hacerse con el control del 70,999% del capital social. Y, para ello, ha ofrecido un total de 296 millones de euros, es decir, 0,67 por acción.
Dada la solidez de la oferta, las acciones se han disparado, en una simple jornada, hasta un 60%, situándose en la franja de los 0,70 euros, algo impensable en los pasados meses. Es, finalmente, la llegada de una confianza que muchos esperaban para un grupo de grandes dimensiones y con mucho potencial detrás.
A pesar de todo, la cúpula mantiene su enfrentamiento con el inversor (incluyendo amenazas de suspensión de pagos y quiebra), por lo que la paz está lejos de alcanzarse. Pero la dirección se encuentra ahora con un escollo que vuelve a beneficiar a Fridman: Asafras. Es la asociación de franquiciados, aquella que denunció a la empresa por "estafa" y que ahora ve con buenos ojos la llegada de un relevo. Los pleitos judiciales con esta organización, que lastran las posibilidades de expandirse de manera beneficiosa (gran parte del modelo depende de ellos), podrían terminar con estos cambios.
El plan de Fridman, en parte y a grandes rasgos, sigue el modelo de negocio que tan bien funciona a Mercadona o Lidl y que ya trazó con poco éxito el defenestrado Antonio Coto: nueva propuesta de valor comercial, reajuste de precios y promociones, modificación de la estrategia en la red de tiendas, nuevos fichajes premium para la cúpula y promoción interna de personal; mejora en la ejecución minorista, e inversión en marca y markéting. Una marca que, a juicio de Fridman, acusa un ligero desgaste.
Estas reformas, que eran imposibles de ejecutar como consecuencia de los desequilibrios en la caja, llegarían gracias a la ampliación de capital de 500 millones de euros que necesitará el apoyo de acreedores tras el visto bueno a la compra. Con esto se aleja la posibilidad de una quita, que también lastraba la imagen de la empresa a la hora de obtener inversiones.
Standard and Poor's desconfía
A pesar de las subidas en bolsa, la OPA de Fridman no ha despertado simpatías en todos. Primero, porque los accionistas minoritarios consideran que se está comprando por un valor muy por debajo del real (apuestan por un mínimo de dos euros por valor, ya de por sí alejado de los 3,50 con los que Carrefour la colocó en el Ibex 35).
Pero el verdadero 'palo' lo ha representado Standard and Poor's. La agencia de calificación ha bajado las perspectivas de los supermercados tras la presentación del plan de Fridman: pasan de un CCC+ a CCC, a siete escalones de abandonar el 'bono basura' y como una inversión "extremadamente especulativa".
Sin duda, la gran volatibilidad de la marca de supermercados en bolsa pesa. S&P destaca, además, las presiones sobre la liquidez a corto plazo, los riesgos del plan de recapitalización y la incertidumbre en torno al grupo.
Gran parte del entorno del ruso ya le advirtió que podría estar esperando demasiado tiempo para mover ficha y bajo una confianza excesiva en la salud de las cuentas de los supermercados.
Demasiado tiempo a la espera de reformas
No hay que olvidar que DIA continua muy alejada de la competencia, que se está reposicionando ante un cambio evidente en el consumo, que pide abandonar los precios superreducidos y el estilo soviético de las tiendas por productos más saludables y entornos más cálidos. El mejor ejemplo de ello lo representa, sin duda, Lidl.
Sin embargo, la experiencia de la cadena alemana sí que llega de mano del equipo de Fridman, entre los que figuran antiguos directivos de Lidl en plena expansión y de la denominada como 'Mercadona rusa', X5. Un valor humano necesario para reposicionar por completo una marca muy encasillada en el imaginario de los consumidores.
En la hoja de ruta se plantean los cambios a cinco años vista y la recuperación plena en un período de una década. Sin duda, esta espectacular subida de un 60% es el inicio de una nueva etapa, aunque aún queda paciencia para conocer exactamente qué se cambiará, cómo se hará y cuáles serán los primeros resultados.