Sexo y comida. Dos palabras que mueven fronteras y que explotan los instintos más básicos de nuestro cerebro. ¿Te las imaginas juntas? Pues abre bien los ojos, lee atentamente este artículo... porque llega... ¡Sploshing!
Sí amigos, es el sueño de nuestra vida y por fin se ha convertido en una absoluta realidad. Si encima nos permite disfrutar de los mejores manjares, abandonar la rutina de las relaciones y ponernos tan sexys como la chica de 'A las chicas de verdad nos gusta el pollo frito', ¿Qué puede haber mejor?
Pues, simplemente, nos queda probarlo. El 'Sploshing' (aquí tenemos nombre para cualquier cosa), se basa en el uso de comida en las relaciones sexuales. Puedes tirar por el tradicional bote de nata o por el marginal muslo de pollo frito y grasiento. No conoce límites.
Sin embargo, los expertos recomiendan tener en cuenta una serie de consejos que permiten disfrutar al máximo de esta experiencia tan 'Mastersex'. Por ejemplo, que la pareja pacte el sabor y olor de la comida para que ambos disfruten. Es decir, que no seamos egoístas: aquí tenemos que compartir.
Por otro lado, hay que tener cuidado con la higiene. Quizás por ello, no sea recomendable embadurnarse con el susodicho muslo de pollo, aunque todo queda bajo la parafilia responsabilidad de cada uno. Sobra decir que a nadie se le debería ocurrir introducirse alimentos en las partes bajas, pero si te obsesiona la idea, ten al menos una ducha cerca para ir corriendo y evitar picores e infecciones.
Por último, procura tener cuidado para, literalmente, no dejar tu casa hecha unos 'zorros'. Las manchas de chocolate, por ejemplo, salen muy mal de una colcha sobre la que te has dedicado a dar rienda suelta a tu amor por los buffets libres. Así que ya sabes: disfruta, pero con responsabilidad.