El presidente del PP, Pablo Casado, ha encontrado un camino de espinas en su ascenso al liderazgo de la formación conservadora. La polémica del caso máster y la dura oposición de la favorita de Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría (y sus fieles), han dejado un partido roto que tardará en recomponerse de 'puertas para adentro'. Pero todo oculta una historia con muchas sombras.
La exvicepresidenta del Gobierno jamás ocultó sus intenciones de suceder al marianismo. Tanto que llegó a filtrar una posible dimisión 'in extremis' para salvar los muebles en la moción de censura. La propia Cospedal tomó aquel movimiento con un gesto de Soraya para liderar Moncloa sin pasar por unas elecciones y, por ello, ofreció una rueda de prensa sin consentimiento del expresidente para anunciar que "Mariano Rajoy no va a dimitir".
Pero este gesto que apuntaba a Soraya no era nuevo. La guerra interna entre las todopoderosas 'manos derecha e izquierda' del exlíder popular era vox pópuli y se había recrudecido desde el pasado mes de enero.
En aquella fecha, el partido ya se encontraba en pleno relevo generacional. Los debates en los que Rajoy aparecía enfrentándose con Rivera, Sánchez e Iglesias daban una imagen de cierta 'naftalina' que llevaron a Soraya a acudir a aquel encuentro emitido en Antena 3 en diciembre de 2015. Algo que la vieja guardia no perdona.
El plan de Rajoy era agotar la legislatura y continuar con su legado a través de su fiel escudera. Y no había dificultades, aunque sí peligro. Para ello habría que remitirse a una encuesta interna realizada el pasado mes de enero de 2018 en la que se valoraba la popularidad de los grandes aspirantes. Según relataba en mayo Joaquín Vidal (ex de Interviú y actual cofundador de Moncloa.com), Soraya aparecía en primer lugar dejando en segundo plano a Feijóo y en la cola a Casado y Cospedal. Pero había un dato preocupante: Cristina Cifuentes ganaba enteros y se acercaba peligrosamente a la cúspide.
Cifuentes era una fiel de Cospedal. Ella fue la encargada de comunicarle el fin de su carrera y evidenció su desencuentro con Soraya durante la celebración de los actos del 2 de mayo. Porque el ascenso de Cifuentes suponía el final de Soraya y la colocación de fieles de Cospedal en altos cargos. Y aquí llega Villarejo...
Salvador Perelló y los buzones de la Universidad Rey Juan Carlos
El comisario Villarejo tiene una extraordinaria habilidad para nadar a dos aguas. Tras confesar en una llamada intervenida por la Guardia Civil que la exsecretaria general intervino para acabar con su archienemiga (y, ahora, sabemos que también con su aliado Javier Arenas), hay quien apunta que Soraya ha hecho lo propio desde marzo.
Ese mes se cumplían tres del ascenso meteórico de Cifuentes. El día 21, El Diario da la primera puntilla: "Cristina Cifuentes aprobó un máster con notas falsificadas". Aquí empieza el calvario de la expresidenta madrileña que dejará su carisma carbonizado en solo 34 días.
En mitad de la operación de derribo, el periodista Javier Negre publica en el diario El Mundo que el encargado de tumbar a la expresidenta es Javier Perelló, un profesor disidente de la cúpula de la URJC. Muchos señalan que alguien ha metido esa documentación en su buzón. Un mes después sale el vídeo de las cremas.
La comisaría de Vallecas estaba controlada por Enrique García Castaño, 'alias el Gordo' y premiado por Cifuentes con un puesto en la Comunidad de Madrid. Él es amigo de Villarejo y controlaba la comisaría a la que pertenecía el Eroski de la discordia. Pocos días después de la caída de la expresidenta madrileña, Villarejo lamentaba sus penas carcelarias en la enfermería de la prisión, el lugar más codiciado de los presos, según relata Joaquín Vidal. Villarejo aparece en toda la serie de audios que han dinamitado a Cospedal. Pero hay más...
La puntilla a Casado
10 de abril de 2018. Diez días antes de la dimisión de Cifuentes, el diario El Pais publica lo siguiente: "Pablo Casado tiene un máster como el de Cifuentes, pero no recuerda si fue a clase". Esa noticia bomba será el mayor quebradero del nuevo líder popular que aún lastra su imagen (obtiene la peor valoración con diferencia en las encuestas) y que nuevamente apunta a los buzones de Salvador Perelló.
Estamos a un mes de que se emita la sentencia por la Trama Gürtel y todo apunta a que se avecina un calvario para el Gobierno, que no tiene mayoría absoluta. Esta concatenación de hechos comienza a alentar teorías conspiratorias que apuntan al dúo 'de siempre': Soraya y el director del CNI, el fiel aliado Félix Sanz Roldán.
Cospedal comienza a temer ser objeto de un final similar al de Cifuentes. Pero consigue evitarlo en un primer momento: gracias a que ha regalado el aparato al fiel seguidor de Aznar, el nuevo líder se encumbra con la presidencia del PP y su caso termina archivado por el Supremo. Es entonces cuando la 'exvice' acaba relevada a la última fila del Congreso, Casado denuncia "juego sucio" en el PP, Soraya pide públicamente explicaciones al sucesor de Rajoy y finalmente termina dimitida y 'enchufada' por Pedro Sánchez en el Consejo de Estado.
La vida de Cospedal en política continúa, pero se encuentra en la cuerda floja. Los audios en los que charla con el comisario para evitar que el PP se vea afectado por la Gürtel en 2009, podrían salir a la luz en cualquier momento. Y serían su puntilla. Y también, quién sabe, para Casado, que debe su poder a Cospedal y que se podría encontrar en un brete si no la apoya (como finalmente ha sucedido).
Cospedal repite a quienes quieren escucharla que está convencida de la mano de Soraya detrás de sus audios. Todos lo saben: quien a hierro mata, a hierro muere. Casado asegura que no tiene "nada que temer" porque jamás se ha reunido con Villarejo. Pero, tras la publicación del Caso Máster... ¿hay más material vinculado al control de Soraya en el CNI? Y un último apunte: los mentideros señalan que Soraya está deseando pronunciar un "ya os lo dije" a todos los compromisarios que no la apoyaron.