Si nos paramos a pensar qué políticos, autores, científicos o filósofos hemos estudiado en el colegio, el instituto o la universidad; la inmensa mayoría tenían nombre de varón. El motivo no tiene que ver con que las mujeres no hayamos aportado nada a las sociedades, sino que la estructura patriarcal nos han invisibilizado siempre. Y es que siempre ha habido autoras, científicas, filosofas, pintoras, deportistas... Mujeres en todos los campos y a todas las edades, de todas las etnias y clases sociales.
Una de la ellas ha sido Soledad Murillo de la Vega (Madrid, 1956), quien impulsó bajo el Gobierno de Rodríguez Zapatero la Ley contra la Violencia de Género y la Ley de Igualdad (2007) y además formó parte del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la ONU entre 2009 y 2013. Ahora forma parte del Gobierno de Pedro Sánchez en la Secretaría de Igualdad, desde donde asegura que vigilará que en todos los ministerios se aplique la "perspectiva de género".
Militante clandestina durante la época franquista, Soledad Murillo, que estudió Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, reconoce que su facultad siempre ha estado muy politizada, pero que por el contrario en su carrera no se hablaba "sobre las aportaciones de las mujeres". Así que cansada de luchar por todos sin que nadie se implicara en sus reivindicaciones, decidió formar parte de grupos feministas de Madrid.
Sin embargo, lo que la acercó más al feminismo fue su etapa como voluntaria en un hospital psiquiátrico. "Allí conocí a Carmen Sáez, una psiquiatra feminista que llevaba un grupo de mujeres depresivas y ellas hablaban de cómo ellas mismas fallaban: no podían cumplir con su rol, no se ocupaban de sus hijos e hijas (mayores de edad) además de ocuparse de su marido", relata la política socialista que participaba en aquel proyecto como observadora de las sesiones. Fue el lugar en donde comprobó que "lo personal es político", idea que la feminista estadounidense Kate Millet puso sobre la mesa en 1970 con su libro 'Política Sexual' y que a grandes rasgos quiere decir que todas las relaciones sexuales están influenciadas por la cultura patriarcal, así como que el patriarcado es un sistema de dominación donde todas las desigualdades (de clase, 'raza') tienen su origen en las desigualdades de género.
Soledad Murillo escuchó con mucha atención cómo varias mujeres contestaban a una pregunta clave: "¿cuánto tiempo hacía que nadie las elogiaba?". También presenció cómo aquellas mujeres aprendieron a quererse "a pesar de ser quienes quieren a todos sin pedir nada a cambio". Ella misma afirma que su experiencia en aquel hospital psiquiátrico le sirvió para entender que el feminismo es "valorarse y que no puede hacerse a solas, sino con otras mujeres compartiendo experiencias". Hecho que con Twitter se ha impulsado de manera exponencial ya que con el uso del hastag #Cuéntalo, #MiPrimerAcoso, #Yotecreo, mujeres de habla hispana relatan casos en los que han sido acosadas, violadas o vejadas por el hecho de ser mujeres y que tiene como objetivo apuntar a los agresores para acabar con la violencia machista.
El ejemplo de Pamela Palenciano
Al preguntarle a Soledad Murillo qué contenido cultural recomendaría para sumar al imaginario femenino y feminista, ella asegura que la labor de la activista Pamela Palenciano resulta primordial para que los adolescentes entiendan que no todo vale en las relaciones; que ciertas actitudes son machistas y que la violencia no tiene que tener cabida bajo ningún contexto.
Con su monólogo 'No sólo duelen los golpes', Pamela Palenciano ha recorrido Latinoamérica y España para contar de tú a tú a los más jóvenes una etapa de su vida en la que fue víctima de la violencia machista y con el que trata de hacerles entender que la idea de amor romántico es machista. Otro ejemplo de que lo personal sí es político.